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Mostrando entradas de 2014

María Barranco no se avergüenza de su napia

Me gusta María Barranco porque no se avergüenza de su nariz, a medio camino entre la perfección que le suponemos a Helena de Troya y el glorioso apéndice de Cyrano de Bergerac, porque me gusta que la gente sea como es, diversa, variada, sorprendente. Hubo un tiempo en que todas las actrices querían tener el perfil de Gina Lollobrigida y hacían cola ante los quirófanos de cirugía estética, pretendían huir de sus narices o de su papada, asimilar sus pechos a los sujetadores de moda, añadirse pómulos, rebajar nalgas, cambiar el color de los ojos, convertirse en maniquís para el gran escaparate de la pantalla, como si desconfiasen del valor de sus gestos o su mirada.  Habían caído en la gran trampa de ese terrible fantasma al que dio enllamarse fotogenia creyendo, probablemente, que consistía en una simple valoración volumétrica.  Ahora las cosas han cambiado -o han vuelto a ser como siempre debieron- y podemos contemplar en toda su singularidad la nariz de María Barranco, ya se

Josephine Baker una diosa de ébano

En la moda, que no cesa, de editar biografías -sobre todo si tratan de mujeres- la editorial Tusquets ha sacado a la calle Jazz Cleopatra, que escrito por Phyllis Rose, intenta resucitar la imagen y el espíritu de esa llamada diosa del musichall, engarzando su vida con los avatares del tiempo que le tocó vivir. Unos tiempos en los que París, la convirtió en bandera del «glamour».  Y es que, como en aquel viejo chiste de aquel cura bizcaitarra que desde el púlpito ejemplificaba acerca de la modestia de Dios hecho Hombre, dado que pudiendo haber nacido en Bilbao lo hizo en Belén, la grandeza del espíritu francés se mide en el hecho, perfectamente asimilado, de que la mayoría de los símbolos más tópicos y característicos de aquella grandeza no han nacido en tierra francesa. Le costó bastante aprender el francés a esa «diosa de ébano», que enloquecía al París de los años veinte, con su cuerpo rítmico y casi desnudo, con sus contorsiones audaces y oscuras, a esa diosa surgida de entr

La secta de las marujas de dios

Salió hace ya días de casa. No ha regresado. Su intención era comprar lo que fuera, pero comprar. Nos debía los Reyes de este año, y del anterior. Disculpados por el temporal de lluvia, viento y pocapela. Aún no han llegado. Una carta desesperada a Lobatón con una foto de su boda, careto reciente del deneí y otra con delantal y rulos para distinguirla. Datos complementarios: pelo teñido rubioceniza; 1,50 en zapatillas, pero ese día se puso los tacones; ojos, así, como todos, normalitos; edad, una vez celebró los cuarentaitantos, cuando Vicentito se rompió la pierna, hace ya años, y aún se resiente, también ella; de profesión dice ser una esclava, pero es toda una experta en el manejo del estropajo y un fenómeno social en la carga y descarga de material pal papeo; peso, pues así, como de esta anchura con la bata de guata, la faja ésa enteriza de cuello cisne la aplasta un poco, pero apenas se nota. Que lo mismo nos la han raptado o está en la secta ésa de las marujas de Dios.

Los zapatos las traen locas

Comparten una pasión, los zapatos, y a buen seguro ambos están en el Who is who, aunque nacieron en países diferentes y tienen pasados diferentes. Sara Navarro, 38 años, es hija y nieta de zapateros, nació en Elda y estudió en Milán.  Con su primera colección denominada Sistema Cósmico conquistó París. Hoy exporta a 29 países y hasta sienta cátedra en la Domus Academy, la prestigiosa escuela milanesa, donde ha impartido un seminario sobre calzado. Christian Louboutin no nació en Elda sino en París, pero también sabe mucho de zapatos.  Después de diseñar para Charles Jourdan, Yves Saint Laurent y Chanel, aprendió nada más y nada menos que de Roger Vivier, el que fuera gran maestro del calzado galo. En sus diseños combina el estilo más clásico con modelos que llevan plumas, perlas, dibujos barrocos e incluso latas de cerveza Guinness en lugar de tacones. Hoy tiene a su pies a clientas de estilos tan opuestos como Carolina de Mónaco, Catherine Deneuve, Elizabeth Taylor y C

Las rebajas alteran las neuronas de las charos

Las rebajas alteran las neuronas de los seres humanos hasta convertirlos en hordas de hienas. Ni santa claus ni los reyes magos son capaces de controlar este fenómeno socioeconómico. Durante los últimos años y por estas mismas fechas cientos de miles de mujeres pasaron horas de frío a la espera de las rebajas de invierno. Empezaban, según la voluntad de los dueños de los comercios, por Navidad y padecían días de ansia, quietas las mujeres en las calles, avenidas, paseos, galerías, pasadizos, callejas, detenidas ante los escaparates de pequeñas, medianas, grandes y descomunales tiendas, elige que te elige, sin todavía poder comprar el objeto deseado, a causa de sus precios.  Las suelas y los tacones de los zapatos gastados por las muchas horas paseadas a través de las grandes superficies, en los comercios de recoveco, todas en busca de descubrir el regalo propio y ajeno que luego, aunque quizá tardío, «cuando las rebajas», podrán adquirir a un precio más justo, asequible, y s

Victoria Abril la más marrana de las actrices españolas

Desde que esa actriz singular, pequeñita y camaleónica llamada Victoria Abril colocó delante de una cámara su proteica energía, su hambre de triunfo, su necesidad y su arte para transformarse en un montón de personajes, la historia de amor con el fascinado espectador no ha tenido comprensibles altibajos, irremediables crisis ni lacerantes tiempos muertos. Es lógico que sus deslumbrantes interpretaciones en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y en Felpudo maldito hayan servido para que la incluyan en ese honor tan pomposo y gratificante de los Españoles del Año, pero sospecho que jamás ha dejado de estar de moda entre los profesionales y el público del cine español, que todos siempre hemos poseído la certidumbre de que el talento histriónico de Victoria Abril está a la altura de las tres o cuatro actrices más eximias del cine mundial. Resulta encomiable la habilidad de la douce France para integrar en su heterodoxa cultura a los artistas foráneos e intentar borrar sus

Las nuevas pijas al poder

Las románticas, como Madame Bovary, se suicidaban después del adulterio. Ahora, como hay televisión para contarlo, ya no se suicida ninguna. La Iglesia, que es sabia, instituyó la confesión porque comprendía psicológicamente que la culpa se disipa sólo con decírselo a otro. Lady Di se lo ha dicho a 200 millones de telespectadores. Lo que ha pasado aquí es muy importante, mucho más importante que la estabilidad o continuidad de la corona inglesa, y que los cuernos del príncipe Carlos. Es la primera vez en la historia de la humanidad que una mujer confiesa su pecado (sin ninguna contrición, claro) a toda la aldea, en este caso la aldea global. Diana de Gales ha desmitificado el adulterio, ha liberado a millones de mujeres. Lo suyo es mucho más importante y definitivo que lo de Simone de Beauvoir, Shere Hite, el Informe Kinsey, Lidia Falcón, Margareth Mead y nuestro Ministerio de Asuntos Sociales, con Cristina Alberdi muy puesta.  Diana, la chica Di, con sus pendientitos, pero

La Barbie es más artificial que la leche en polvo

Esa cosa abominable, repipi, con pinta de señorita Rotemmeyer venida a calientapollas, currutaca y lechuguina, más artificial que la leche en polvo, pavitonta y tonta del culo, tonta del higo, tonta del bote, tonta de todo, esa cosa, digo, es la llamada muñeca Barbie, una especie de cruce entre lady Di y Gunilla von Bismarck que está haciendo furor entre la población femenina más joven. Así nos va. Las niñas de ahora, lo primero que aprenden a pronunciar, después de papá y mamá -y  a veces ni siquiera- es el nombre de la Barbie. Lo que priva de la muñeca Barbie es su versatilidad, esa permanente disposición a tranformarse en enfermera sexy, en starlette, en deportista, en princesa, en chica pija o simplemente en novia de un muñeco llamado Ken, tan tontolaba y petimetre como ella y que para mí se da un aire al muñeco maricón que inventaron los ingleses el año pasado. Exagero.  Al menos el muñeco maricón tenía el aliciente añadido del morbo, de su homologada diferenciación, pe

Àstrid Bergès-Frisbey es una actriz española aunque no lo parezca

No entiendo muy bien qué demonios pinta su alma sensible en esta parada de los monstruos que es el Festival de Cinema Fantàstic de Sitges, pero hasta aquí he venido a conocerla, después de haber visto una deliciosa película que para mí inaugura un género desconocido: ciencia ficción sentimental (sic).  Àstrid Bergès-Frisbey, pese a su nombre extravagante, es una actriz española de formación francesa, carrera internacional (Piratas del Caribe, The sea wall…), embajadora de Chanel y un alma que conmueve: a simple vista por su belleza pura (apenas atraviesa sus párpados una leve línea rosa pálido) y, a lo largo de la conversación, por su inteligencia natural y sensible. Nació en Barcelona (26 de mayo de 1986), se crió entre los Pirineos, París, La Rochelle y la República Dominicana, y ahora trabaja en el cine sin fronteras. Presentó en Sitges su última película, que después de su éxito en el Festival de Sundance ayer mismo se estrenó en España: Orígenes. Son su vida y esta cint

Las gallinas se lo gastan todo en peluquería maquillaje y trapos varios

Cosmética, cirugía estética, aparatología de vanguardia, tratamientos, tendencias en peluquería, maquillaje y manicura, actividad física, nutrición y dietética, terapias wellness y antiaging... Un universo que puede parecer inabarcable pero al que cada día más gente se confiesa enganchada; sólo el año pasado, en España se gastaron 6.500 millones de euros en perfumería y cosmética, la punta del iceberg del culto al cuerpo. En su primera edición, Madrid Beauty Days, organizada por Ifema, pone al alcance del público una nueva forma de conocer y experimentar este universo. Dos jornadas –29 y 30 de noviembre– en las que todo aquel que se acerque al Centro de Convenciones Norte de Feria de Madrid podrá disfrutar de un sinfín de actividades en las que los protagonistas serán la belleza y el bienestar. Todo se ha organizado para que el visitante descubra en su propia piel –y cabello– las últimas tendencias: talleres y masterclass prácticas en la que aprender a maquillarse, peinarse,

La caja tonta tiene un poder enorme

Estoy segura de que el nombre de John Logie Baird les suena tanto como me sonaba a mi antes de que un amigo de sabiduría enciclopédica me pusiera sobre su pista. O sea, nada. Fallecido a la edad de 57 años, este escocés fue un ingeniero, físico e inventor que consagró buena parte de su vida a investigar cómo transmitir imágenes a distancia. Lo consiguió por primera vez en 1924. Un lustro después, en 1929, logró un sistema de barrido de imagen de 240 líneas que proporcionaba una imagen de notable calidad y nitidez. Había nacido la televisión. Logie Baird abandonó este mundo sin sospechar que su invento acabaría siendo no solo un medio de comunicación de masas, sino también de manipulación de las mismas, al que los políticos de todo el mundo venerarían como a una deidad presta a satisfacer sus deseos de triunfo y poder. Y en ello siguen. Han pasado 85 años desde sus inicios, y la influencia de la televisión en el devenir político ha alcanzado cotas inimaginables para quien, co

El infierno está aquí y yo sin saberlo

El pasado miércoles el infierno estableció sucursales en los estadios de diferentes clubs de fútbol europeos, o así, al menos, fue detectado por los locutores deportivos de televisión en masa. El estadio del Manchester era un infierno, el del Kaiserlauten era un infierno, el del Stutgart era un infierno, de pronto todas las canchas donde jugaban equipos españoles eran un infierno, y, bueno, será cosa de celebrar que por una vez los comentaristas del ramo acordaran ir tan de consuno en sus interpretaciones simbólicas.  Ahora bien; los destellos de talento individual también iluminaron el miércoles europeo, de modo que no todo fue una repetición obsesiva de infiernos. Talento individual, pero sobre todo vasta cultura, lo que exhibió un locutor de Telemadrid que, ante las facilidades que daba en defensa el Stutgart ante el Osasuna, ahuecó la voz y soltó, grave y enfático: «No se las ponían así ni a Felipe II».  No, señor; ni a Felipe II, ni a Witiza, ni a Carlos IV, ni a los Re

La marcha de la bella Francine

Prueba irrefutable de que lo bueno y lo malo habitan juntos es que, de pronto, se acaban los espeluznantes programas de verano y, simultáneamente, se nos va Francine. Mucho es el júbilo que produce el deceso de esas monstruosidades desde Palma, o desde el Parque Acuático, o desde La Toja, o desde Marbella, pero mucha, también, la aflicción que provoca la marcha de la bella Francine, cuyos pequeños dislates se diluían en un rostro enteramente humano. Sin ella, la actualidad de los fines de semana volverá a ser insoportable, por mucho que sea recitada por alguien con una prosodia perfecta.  A Francine la envían a un programa de actualidad cinematográfica, y a Jordi González, que es un chico que lo ha hecho bien en La Palmera, uno de los pocos engendros estivales que se salvan de las llamas justicieras, no sé donde piensan mandarle. Jordi, que aportó al medio la figura del presentador humano, que lo mismo se cabrea y es antipático como, al rato, se vuelve cariñosísimo y encantador,

Que perra han cogido los transexuales con querer casarse

Que manía le ha dado a los cerebros democráticos que planifican los cebos de los programas de televisión con pedirle a los espectadores su veredicto en todo tipo de debates. Los férreos principios absolutistas del despotismo ilustrado, el práctico pero excesivamente desvergonzado «todo para el pueblo, pero sin el pueblo» ha sido sustituido por una cómica urgencia en devolverle el protagonismo y la judicatura a la enfervorizada plebe, siempre dispuesta a marcar un coral número de teléfono y a testificar sobre lo sacro y lo humano. Resulta demasiado servil y cochambroso el afán de presentadores y directores de debates por convencer a sus abstractos mirones de que en su anónima boca está siempre la verdad.  Mi permanente y lamentable ego-trip acostumbra a desinterarse de las opiniones de las mayorías silenciosas o bullangueras sobre el estado de las cosas, de las leyes y de la conducta de los personajes «trascendentes», pero en alguna ocasión sufre escalofríos o relajación cuando o

Las guerras democráticas son un bulo

Estados Unidos -me dice un amigo- nunca ha ganado una guerra después de 1945». Nunca la ha ganado -sostiene- porque es una sociedad democrática y porque, después del 45, las sociedades democráticas son sociedades de la comunicación democrática. Es el pueblo americano quien ha obligado a la paz a los generales enloquecidos que querían lanzar la bomba atómica sobre Corea, es el pueblo americano quien ha obligado a su gobierno a la rendición en Vietnam: un pueblo organizado por la información y escandalizado por los horrores de la guerra. Esta consideración -añade Paul Virilio- es aún más válida hoy día.  Después de los años 50 y 60, la comunicación ha dado pasos de gigante: hoy la guerra se nos presenta en «tiempo real», el espectáculo televisivo nos hace partícipes de la tragedia. Una sociedad democrática no puede aceptar este tipo de participación, que implica una responsabilidad compartida en cuanto a los efectos y un delegar en cuanto a las causas, así como una inmediatez de l

Lo que no sabías del comercio de las armas

Un informe de los obispos de la Iglesia de Inglaterra anunció la guerra de la Iglesia. No se aceptaron por más tiempo sanciones piadosas... la intransigencia de Sadam... una guerra justa... fuerza mínima para alcanzar el objetivo... resolución de todos los problemas de la región... En mi Iglesia local, prediqué el otoño pasado sobre qué era la doctrina de la guerra justa. Mi presentación fue tan neutral -pensada para que la gente forjase su propio juicio- que algunos creyeron que estaba diciendo que la guerra para liberar Kuwait sería una «guerra justa». El domingo después de comenzar la guerra, volví a hablar de lo mismo, dejando clara mi oposición a la guerra. No me di cuenta -quizá estaba demasiado influido emocionalmente para ser todo lo sensible que quería- pero no estaba preparado para ser llamado traidor (una afirmación pronto retractada). Presioné sobre la lectura del día, de Jeremías, haciendo notar que, también, fue acusado de colaboración con el enemigo. Hoy en día no

Dónde está el Papa en las catástrofes humanas

EL Papa, que no ha dicho esta boca es mía en lo que llevamos de conflicto petrolero, ni siquiera en los momentos en que la escabechina parecía depender sólo de que algún imbécil uniformado se pusiera nervioso, no ha tenido empacho, sin embargo, en inaugurar oficialmente la demencial basílica de Yamusukro (7.363 metros cuadrados de vidriera francesa, 11.000 de mármol rosa italiano, 24.000 millones de pesetas) en el corazón del continente más pobre y hecho polvo del mundo.  Felipe González, en cambio, sí ha dicho esta boca es mía, aunque no hacía ninguna falta, porque cuando a los pocos días de la invasión de Kuwait dijo que eso era un asunto interno, enseguida se notó que, efectivamente, era su boca, y no otra, la que decía semejante cosa.  Ayer, casi un mes y medio después del inicio del conflicto del Golfo, el presidente tuvo, al fin, el detalle de comparecer ante los supuestos representantes del pueblo colocados en la Carrera de San Jerónimo, y aunque hubo sus más y sus me

Amaia Salamanca tiene mandíbula de hombre

"¡Define lencería!". El imperativo es de Amaia Salamanca a la estilista, que le está adelantando el contenido de sus maletas: noche, pieles y joyas; lencería y transparencias. Y a Amaia se le hiela el gesto: "¡Define lencería!": lleva la actriz a sus espaldas un pudor como adolescente, y no puede con él. Amaia Salamanca (Madrid, 1986) nunca soñó con ser actriz ni parecido, sino peluquera o mujer de la limpieza (sic), y su pasión primordial era el fútbol, el atletismo y los juegos de chicos. Nunca imaginó ser actriz y hoy lo es, una actriz hecha a sí misma y al revés.  En sólo cinco años, su rostro es uno de los más populares del panorama actoral. Era una chica normal, muy guapa pero nada princesa ni por ello presumida; normal, que estudiaba dos carreras en la universidad pública por convicción, pero sin vocación alguna: Derecho y Administración de Empresas.  Se apuntó a una agencia de modelos para ganar su dinero o su independencia, sin mayor pretensión.