28 marzo 2009

La Casita de Chocolate.-



Otra sin un cacho de texto!! Con lo bonito que es el cuento de la casita de chocolate y lo que es peor... el miedo que da!! Diría que es el más miedoso de todos cuántos existen.

En 1938 se casa por segunda vez con un príncipe ruso, Archil Gourielli, exige que se la llame princesa Gourielli y se compra una gran casa de campo, «Le Moulin», en Combes-la-Ville, que junto con la que ya había adquirido en el año 32 en L'Ile St. Louis de París y que había hecho decorar por el arquitecto más famoso e importante de la época, Louis Sue, se convierten en centros de reunión de las más célebres personalidades de la vida mundana de París, sobre todo los años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se declara la guerra, los príncipes se marchan a los Estados Unidos y las tropas alemanas que ocupan París se instalan en la boutique, el salón y los despachos de la rue du Faubourg St. Honoré. Su casa de St. Louis se convierte en la residencia y en el cuartel general de los alemanes. Mientras tanto sus sobrinos Oscar y Mala, hijos de su hermana Regina, asesinada durante las persecuciones raciales en Polonia, se van a vivir con ella. Mala -conocida hoy día como Mala Rubinstein- se convirtió en la heredera directa de su tía.

Para que su príncipe no se aburra y opte por irse con otras mujeres, Madame le abre en el año 41 la House of Gourielli en el 16 East 55th Street. Su existencia pasó sin pena ni gloria pero entretuvo un poco a tan exótico marido. Un marido por cierto muy envidiado por su eterna rival, Elizabeth Arden, quien no se quiso quedar atrás y se buscó otro príncipe ruso con el que se casó en 1942. Cuando la Segunda Guerra terminó en el año 45, Madame vuelve a Europa para comprobar los destrozos que han realizado las bombas en la Maison de Londres y los desastres que los alemanes han dejado a su paso por París. Madame pertenece a una raza de mujer que se crece ante las calamidades y vuelve a abrir sus salones en pocos meses.

Ya viuda, en los años 58 y 59 (¡a los 86!), Madame hace un viaje que la lleva por Japón, Hong Kong y Australia. A la vuelta se queda en Israel, Helena no ha olvidado su procedencia judía, en donde compra un terreno para la construcción del «Pavillon Helena Rubinstein» que dona a la ciudad de Tel Aviv lleno de pinturas y obras de arte que ha ido coleccionando durante su larga vida. Pintada por Dalí, mecenas de Modigliani a quien le compró varias obras, visionaria coleccionista de arte africano. Madame se convirtió en una leyenda el mismo día que murió plácidamente y completamente lúcida en la cama de su apartamento de Nueva York.

20 marzo 2009

32 canciones famosas en 8 minutos

Tiene todo el repertorio, desde canciones de Queen, hasta Mamma Mia de Abba, pasando por Pokemon y acabando con un auténtico bombazo final.

Eso sí, el pobre tiene horchata en las venas.


Tres años después el éxito es impresionante, Helena le pide al doctor Lykuwski los elementos necesarios para comenzar una producción local e instala su primer laboratorio o, mejor dicho, «cocina», como ella lo llamaba siempre, en Melbourne. «Las cocinas» de los diferentes países en los que Helena Rubinstein se instala, se convierten en su espacio preferido, en los que se pasa muchas horas experimentando e investigando nuevas fórmulas cosméticas.

En poco tiempo se convierte en una experta. Por esas fechas también se trae a su hermana Ceska de Cracovia para que se haga cargo de su salón en Melbourne porque ella quiere viajar a las principales capitales europeas, Berlín, Viena, Londres y París, en donde reclaman su presencia. Mientras recorre Europa, Helena va haciendo un exhaustivo estudio de los diferentes tipos de pieles y sus imperfecciones, tiene citas con importantes especialistas y dermatólogos de la época, sobre todo de Europa Central. De este minucioso estudio saca la conclusión de que las pieles se dividen en tres grandes grupos: secas, grasas y mixtas. Hoy en día esto parece banal pero por aquellas fechas este descubrimiento fue un bombazo. Afortunadamente no todo es trabajo y en el año 1907 Helena Rubinstein contrae matrimonio en Londres porque se ha enamorado por primera y última vez en su vida (aunque después pidió el divorcio y se volvió a casar).

El afortunado es Edward Titus, un periodista de origen polaco nacionalizado en los Estados Unidos, al que ya había conocido en Australia. Al año, el matrimonio Titus decide instalarse en la City, en donde Helena abre en el 24, Grafton Street (Myfair) su segunda Maison de Beauté Valaze. Un nuevo éxito que hace de esta trabajadora incansable una mujer cada vez más rica y más célebre. En 1909 nace su primer hijo, Roy, y tres años después nace Horace, quien moriría en 1958 a los 46 años, víctima de un accidente de automóvil en Long Island. Madame había cumplido los 86 años y la muerte de su hijo pequeño fue un terrible golpe que la llenó de tristeza hasta el final de sus días.

12 marzo 2009

Que tiemble Zara


Los principios de internet, parece ahora tan lejanos... ande andará la castora?? Y sus fideos a la cazuela?? y su chacha??

Era el día de Navidad de 1872 cuando el matrimonio judío Rubinstein, él era un reconocido abogado de Cracovia (Polonia), tuvo a su primera hija, Helena. Los Rubinstein fueron bendecidos con siete hijas más: Pauline, Rosa, Regina, Stella, Ceska, Manka y Erna. Cuando Helena cumple los 19 años, sus padres deciden enviarla a Coleraine, un pequeño pueblo situado cerca de Melbourne (Australia), en donde vive su tío materno. Mamá Rubinstein le incluye en el equipaje un potingue para que se lo aplique en la cara cuando llegue a ese lejano país en donde el clima es bastante duro.

Helena se instala en casa de su tío y rápidamente surgen incompatibilidades, por lo que decide marcharse a Melbourne; mientras tanto su ungüento es un completo acierto y todas sus amigas y conocidas quieren que Helena les facilite la pomada milagrosa que convierte las pieles apagadas de sus rostros en cutis tersos y luminosos. Ese maravilloso invento era la crema «Valaze», una mina de oro que dio origen al mito Rubinstein.

Sobre la procedencia de la palabra «Valaze» existe cierta confusión, si se le preguntaba a ella la contestación era muy simple. «No significa nada, sólo es un bonito nombre», pero no parece una respuesta sincera porque el doctor químico Lykuwski, que fue su creador, era húngaro (aunque vivía en Polonia) y en esta lengua «valaze» quiere decir «Don del cielo», así que parece lógico que éste sea su verdadero significado. En 1902 se inaugura la «Maison de Beauté Valaze» en Melbourne, 274 Collins Street, en donde los negocios consisten en dos actividades muy precisas: los consejos de belleza y los tratamientos y masajes practicados por la mismísima Helena en su salón y las ventas de la «Crème Valaze», realizadas exclusivamente en Maison y -esta fórmula es el comienzo de su inmensa fortuna- por correo.

10 marzo 2009

Otra historia de amol


Otro día. Mismo lugar. Cuando la vi; casualmente comenzó a sonar “Creep”. Pensé que me había llegado el turno; para mi esta si era ELLA.Seguro que era guapa hasta a la luz del día.

Era una morena con cara de muñeca, boca sensual que ríe a carcajadas en medio de una catarata de pelo negro; era guapa y no se molestaba en ocultarlo, un cuerpo así no es para esconderlo; un cuerpo delgado y hermoso que se movía con todo el descuido con que se puede mover el cuerpo de una mujer que se sabe poseedora de un encanto especial.

Así era como se movía su cuerpo.Me acerqué al acecho a su grupo y la escuché. Su voz sonaba a crema y a miel.Hablaba de vez en cuando, con una voz melosa que alargaba y aunque dijese cualquier tontería, todos esperaban a que acabase porque realmente no importaba lo que dijese, lo único que importaba es que ella era la que hablaba, y cuando ella hablaba los demás escuchan, los demás miran, es como si entre sus labios fuesen saliendo letras y palabras de colores.

Decidí ser ingenioso. La encaré y le cité a Ulises cuando se encuentra con Nausícaa en el pais de los Feacios: He visto muchos pueblos en mi vida, mas nunca vi mujer que te igualara.Se rió y me respondió algo por el estilo, y yo le dije que la agudeza añade a una mujer lo mismo que una ropa masculina presta a su silueta: subraya sus encantos y sus defectos.

Seguimos hablando y no se que pasó... pero a veces lo logras y todo parece mas fácil... porque de repente nos estábamos besando y el olor a madreselva y a lirio de los valles me envolvieron y no vi nada más que su piel colorada y rosa y sus labios escarlata oscuros de color ciruela y su pelo negro azabache.Mas tarde.

Estábamos en un piso amplio y lujoso. Nosedequién. Uno de sus amigos estaba preparando rayas de coca, distribuyendo el polvo blanco en pequeños regimientos bien ordenados. Soldados dispuestos a la revista e inhalación. 1, 2, 1, 2, y acabamos con todos ellos. Ahora dispararían los rifles dentro de nuestras cabezas y nuestra sangre.

Nos besamos otra vez, mientras las rayas de coca corrían a toda velocidad hacia nuestros cerebros.Cojimos una botella y me llevó a una habitación. Me miró con cara de niña traviesa de tomar las fantas con paja - esa mirada podría parar una revolución…

Pero entonces algo se me cruzó, y me acordé del gilipollas de mi amigo, y de todos los perdedores que jamás tienen ninguna oportunidad y de aquella vez hacía 2 años, cuando conducía borracho y atropelle a un tipo. Salí para ayudarle, vi que estaba muerto; eran las tantas: no había nadie. Subí al coche y me largué.

Cinco minutos después, me estaba meando de risa... porque iba a salir limpio.Y ella seguía sonriendo; fue culpa de esa sonrisa. Así que le dije que lo sentía mucho, que ella me gustaba de verdad, pero lo que iba a hacer se lo debía a mucha gente.

Quité mi navaja suiza, y me dispuse a enseñarle lo que podía hacer con todas las partes diferentes. Incluso con el abrebotellas y la cosa que sirve para sacar piedras del casco de los caballos. Y fue una lástima no haber traído mis ganchos de carnicero.

Cuando la encontraron me había ido. Sólo una zona seca de sangre en la madera donde su cuerpo murió. Solo un último rastro de su olor en el aire matutino. Sólo una mancha de carmín en la botella de vino.

08 marzo 2009

Refutación del mundo


Nunca estuvo Cernuda más dandy (y yo diría que más fantástico) que en su "Poética" para la Antología de Gerardo Diego de 1932:

No valía la pena de ir poco a poco olvidando la realidad para que ahora fuese a recordarla, y ante qué gentes. La detesto como detesto todo lo que a ella pertenece: mis amigos, mi familia, mi país.

No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y si aún pudiera esperar algo, sólo sería morir allí donde no hubiese penetrado aún esta grotesca civilización que envanece a los hombres.

Lo curioso es que sólo ahora, al reencontrarmela después de lo mucho que la tuve presente en su época, cuando yo era un adolescente exasperado que aplaudía toda refutación del mundo, he captado su eco con "Tabacaria", que era otro de mis textos de entonces.

Ese "No sé nada, no quiero nada, no espero nada" de Cernuda parece calcado del "Não sou nada. Nunca serei nada. Não posso querar ser nada" de Álvaro de Campos... Y ahora, al buscar una foto para ilustrar esta entrada, veo ese montaje en que Cernuda recuerda al Pessoa de la famosa foto: