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La caja tonta tiene un poder enorme

Estoy segura de que el nombre de John Logie Baird les suena tanto como me sonaba a mi antes de que un amigo de sabiduría enciclopédica me pusiera sobre su pista. O sea, nada. Fallecido a la edad de 57 años, este escocés fue un ingeniero, físico e inventor que consagró buena parte de su vida a investigar cómo transmitir imágenes a distancia. Lo consiguió por primera vez en 1924. Un lustro después, en 1929, logró un sistema de barrido de imagen de 240 líneas que proporcionaba una imagen de notable calidad y nitidez. Había nacido la televisión.

Logie Baird abandonó este mundo sin sospechar que su invento acabaría siendo no solo un medio de comunicación de masas, sino también de manipulación de las mismas, al que los políticos de todo el mundo venerarían como a una deidad presta a satisfacer sus deseos de triunfo y poder. Y en ello siguen.

Han pasado 85 años desde sus inicios, y la influencia de la televisión en el devenir político ha alcanzado cotas inimaginables para quien, como Baird, sólo perseguía un sueño que rozaba, en su época, la ciencia ficción. Como los que ahora sueñan con los viajes al futuro o los que investigan la telepatía. Atención, políticos, un equipo de científicos de Barcelona ha conseguido transmitir un mensaje de cerebro a cerebro desde Estrasburgo a una ciudad de la India. Los 7.700 kilómetros de distancia que separan a ambas urbes no han sido impedimento para que dos personas se saludaran con un "Hola" de cerebro a cerebro. 

La tecnología empleada recibe el nombre de hyperinteraction. "Esperamos que la misma –ha señalado uno de sus padres- tenga un profundo impacto en la estructura social o en nuestra civilización y plantee cuestiones éticas importantes". Aviado va. Dentro de nada, estaremos durmiendo plácidamente en nuestro nido y algún político llamará a nuestras mentes y tras el saludo de rigor, "Hola", ya nos estará pidiendo el voto. Al tiempo.

Pero a lo que íbamos. La televisión. En el PP valenciano (PPCV) todavía no le han perdonado a Alberto Fabra el cierre de RTVV. Yo creo que ni él se ha perdonado a sí mismo su decisión, por eso mantiene vivo el empeño de lograr que TVE ceda –previo pago, eso sí- dos horas diarias de su programación para ensamblar en la Comunidad Valenciana un sucedáneo de canal autonómico desde el que informar al respetable sobre los logros del Gobierno valenciano.

Alfonso Rus, harto de escuchar a los alcaldes de la provincia sus quejas sobre la dificultad de llegar a los votantes sin un canal televisivo, ha decidido tirar por la calle de en medio y montar una televisión privada sostenida con un presupuesto público de 3,2 millones de euros. En la exposición de motivos para justificar la hazaña se señala que el nuevo canal persigue "cubrir el hueco creado a raíz del cierre de Radio Televisión Valenciana". Zas, en toda la boca, Alberto Fabra. Tele Rus o Tele Pa Rus, como ya ha sido bautizada con ese ingenio que nos caracteriza, iniciará su andadura pronto. Las elecciones se aproximan, las encuestas aprietan y, en el caso del PPCV, ahogan.

En el PSPV-PSOE no son ajenos al poder de la televisión. Con RTVV en funcionamiento, los lamentos sobre la invisibilidad a que se veían sometidos sus dirigentes formaban parte –no sin razón- de su estrategia discursiva. Muerto el perro –RTVV- no se acabó la rabia. Las necesidades de llegar a las masas a través de su principal canal de información siguen existiendo. Lo remedian como pueden. Héctor Sanjuan lo contaba ayer en EL MUNDO: "Ferraz ‘cuela’ a Ximo Puig en las tertulias nacionales para darle popularidad". Y visibilidad. Su nivel de conocimiento se sitúa en un 60%. Ajustado cuando estamos a siete meses de la cita electoral autonómica.

Cada uno se lo monta como puede. Pero de nada sirve darse a conocer a través del plasma si la mercancía que tratas de vender no seduce al púbico. Junto a Pablo Iglesias suelen compartir plató dirigentes de otros partidos. El de Podemos vende un género nuevo. Los otros, parecen andar siempre mostrando existencias de otras épocas. De rebajas.

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