Las estrellas del automovilismo son la gran atracción de esta fiesta recurrente en el calendario del Mundial, y que se susurra en los motorhomes de las escuderías durante las carreras. Se trata de la guinda que muchos patrocinadores regalan a sus invitados más relevantes. Tras unos días de yate en la Marina Real valenciana y de palco vip en el circuito, qué mejor final compartir pista de baile con los pilotos.
«¿Viene Alonso?», preguntaba una joven, invitada por una amiga modelo. Alonso no estuvo, no está nunca en estos saraos, no le van, pero sí muchos de sus rivales. Por ejemplo, Nelsinho Piquet, su compañero en Renault, con reservado especial.
La carta de club ofrecía a sus clientes dos menús, diferenciados por la marca del champán. Para los bolsillos rumbosos, 3.950 euros de comanda para que ocho amigos dieran buena cuenta de un derroche de bebidas sin límite y de botellas de Veuve Clicquot. Si el paladar reclamaba mayores exigencias, otra oferta de agosto: 7.000 euros por una mesa de ocho plazas. Las copas, a discreción, y el espumoso, esta vez, de Dom Perignon.
Amber Lounge fue un invento de Sonia Irvine, hermana del ex piloto de Ferrari Eddie Irvine, que organiza un limitado número de fiestas al año, siempre al arrullo de la Fórmula 1. El objetivo buscado es que la elite del deporte más exclusivo del planeta desemboque en su lujoso club ambulante. Comenzó en Mónaco y saltó después a los grandes premios con encanto o, al menos, ubicados cerca de una ciudad atractiva. Esta temporada, Barcelona, Montecarlo, Valencia, Singapur y Shangai son los destinos previstos en su hoja de ruta.
Casi siempre, el lugar elegido son los salones de algún hotel de máxima categoría, con el Hilton como sede habitual. En el complejo mundo de los patrocinadores, Amber Lounge es el toque de distinción para los invitados. Una fiesta de difícil acceso y dirigida a las fortunas con ganas de marcha que acompañan al deporte de los monoplazas. «Es el lugar al que ir después de un gran premio», ha dicho Michael Schumacher, el gran campeón. La lista de celebridades se extiende hasta el mundo del cine y el espectáculo. En la cita de Mónaco (que suele coincidir con el Festival de Cannes), Amber Lounge acoge a actores de Hollywood.
La madrugada se despereza en el Hilton de Valencia. La barra ya está llena y la mullida moqueta del local la pisan 750 personas. Mayoría femenina. Un grupo de camareras que trabajan para McLaren en el circuito ha cambiado el uniforme gris por coquetos vestidos. «I like Spain», susurra una londinense, «and tomorrow Ibiza», anuncia. Carreras y vacaciones, la combinación que Bernie Ecclestone, el patrón de la Fórmula 1, quiere para su negocio. Cerca de ellas pasa, Jenson Button, piloto de Honda, amigo de David Beckham. Se mueve resuelto. Él es un clásico del Amber Lounge, como Rubens Barrichello, que ya está en la pista. Antiguo escudero de Schumacher, el brasileño no perdona una cita así. De espaldas, a tres metros, otro veterano, David Coulthard, que también regenta un hotel en Mónaco. Una promesa de los monoplazas, Adrian Sutil, ríe a carcajadas en uno de los sillones de los reservados.
La música cambia de ritmo, los temas suaves dejan paso a hits potentes y al house comercial. El World hold on the Bob Sinclair hincha la pista. Tras las cortinas árabes de los laterales se mueven los más discretos. Manda DJ Jackie, referente en los locales más exclusivos de la Costa Azul. A su derecha, unos platos listos para Lewis Hamilton, el líder del Mundial, al que todo el mundo aguarda.
Pero Hamilton no vendrá por culpa de una gripe. Que se conforme la parroquia con su sesión de DJ en el Amber del mes de mayo en Barcelona vuela por Youtube. Su famoso padre sujeta una copa de champán en un área de preferencia, junto a otros familiares. Y el jefe de McLaren, Ron Dennis, entra en ese momento con más amigos de la antigua escudería de Fernando Alonso. Los mira Pepe Reina, el portero del Liverpool y capo de la España campeona de Europa. Está sentado, observando, mucho más tranquilo que en las celebraciones de Colón. Se ha venido con compañeros tras cumplir con la jornada de la Premier. También descubría el mundo Amber Lounge Gaizka Mendieta, figura del Valencia de hace una década.
Había valencianos, que se quisieron pegar el capricho, sí, pero el mundo anglosajón domina la noche. Inglés con muchos acentos, el idioma oficial de la Fórmula 1. Sin llamar la atención, aparece en una esquina con su clan brasileño, Felipe Massa, el ganador de la carrera. Flashes prohibidos saltan y dos guardias recriminan la acción. Tampoco se fuma y se cumple la orden hasta las seis de la mañana. En el punto álgido de la noche, con la euforia desatada, la fiesta se desnuda. Fuera poses, pura jarana, cariño descontrolado. Atrona en los altavoces David Guetta. La Fórmula 1 se entrega a su fiesta y la caja de la discoteca revienta de euros.