15 febrero 2011

La sociedad vasca

Consciente de que «el 92 cava con todo», este músico trágico fue por unos minutos capaz de armonizar el Pandemonio. Porque menuda la que se está armando aquí con el Consorcio tripartito, Sres. ya se habrán enterado: Ayuntamiento y Gobierno desdoblado se aprestan de mala gana a una convivencia estrecha y forzosa que van a utilizar como boumerang de confrontación política.

La verdad es que nos amenazan culturalmente con 1.817 actos y nadie sabe cómo sobreviviremos a «la imbecilidad cultural del 92», Curiel dixit, «al antimadrileñismo del PP», al recorte de presupuestos y «los actos de sesgo elitista» que ha programado la Alcaldía; vamos, el zurriburri de zarzuelas, verbenas, arnichadas, casonas, coros y danzas, juegos florales, panderetas., pinchitos de tortilla y otras paparruchas que nos tienen preparadas Ortiz y López de Osaba.

¡Ay, Tierno cuánto te echamos los madrileños de menos! Madrid, citá aperta al resto de las culturas, eso es en lo que se convirtió la otra noche esta cloaca urbanita, a propósito del último espectáculo de Linsday Kemp, su particularísimo «Onnagata».

Estreno en el Teatro Albéniz la noche del 15, gran revoloteo de palomitas dentro y fuera del escenario. En «El rey de los vinos», una de las viejas tabernas matritenses que aún quedan, tomo un vino con Carmen Martín Gaite, mientras echo un vistazo a los que vienen la mar de contentos, todo hay que decirlo: en el aire se huele un fracaso total o un acierto. Nacho Duato, de cuero negro como un hermoso macarra, sortea con sorprendente facilidad las multitudes. Hay muchas actrices y gente del espectáculo: Monleón, Pilar Barrera, Aitana Sánchez Gijón, Juan Meseguer, Charo Soriano, Maite Brik; los críticos Eduardo Haro Tecglen y Francisco Umbral (ambos tan diferentes, tan amigos y siempre de acuerdo); la polilla del Mariñas, Vicente Molina Foix que nunca se pierde nada, las cámaras de televisión...

Dio comienzo el espectáculo con tromba acústica y unos humos propulsados como torpedos desde arriba y, de repente, juraría que todos nos quedamos alucinados al ver volar por los aires, con una peluca roja cual diablo del kabuki, al perverso inglesito que tanto nos había aburrido en su penúltimo espectáculo. Metamorfoseado en danzarina Okuni (una lasciva japonesa del siglo XVII a quien las autoridades del shogunado prohibieron menear las caderas) es que no lo reconoce ni su madre.

Ecléctico, manierista, genial en las poses estáticas «miai» con el morbo pudoroso de una zorra imperial, esta Isadora de fin de siglo demostró estar a la altura de una obra total, alas incluidas. Como una tromba también entró Manuel Ramírez Ortiz, antiguo consejero delegado en Temas de Hoy, como director general en la vetusta y excelsa editorial Espasa Calpe. Planeta compra este país al contado y dentro de poco sacará una guía tipo «Cómo leer en oblicuo el Gran Diccionario Espasa sin que le dé un infarto» o bien «Todo lo que usted quería saber del Espasa y nadie se ha atrevido a contárselo». No, en serio, Manuel Ramírez es un estupendo gestor que respetará el fondo y potenciará «la familia Austral»; el cambio es positivo e incidirá sobre todo en la distribución, ese caballo de batalla.