¡Cuidado con los anillos! (NSFL)
Puedes perder el dedo por culpa de un dichoso anillo que has decidido no quitarte nunca. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, es también un animal de costumbres, y además muy de tradiciones. En algunos casos seguir esas tradiciones nos llevan a poder sufrir determinados riesgos, como el que supone tener puesto un simple anillo, bien sea de compromiso, de matrimonio, o simplemente porque te gusta. Este peligro no es otro más que simple y llanamente perder un dedo, o cualquier dedo en el que se lleve el susodicho anillo, por arrancamiento (apuesto y no pierdo a que tiene que doler bastante además de ser traumático), o, en el mejor de los casos, despellejarse el dedo totalmente.
Siempre hay quien menosprecia este riesgo pero en el fondo no se trata de un hecho casual ni aislado, sino de un accidente que se pasa con bastante frecuencia allí donde un trabajador trabaja siempre llevando su anillo puesto en su dedo, mostrándose inflexible ante tal tradición o siguiendo una costumbre. Los peligros pueden ser irreversibles y nada despreciables.
Dedo anular ¡fuera! y todo por no querer quitarse el anillo. Aunque parezca una posibilidad muy poco probable la realidad es que no resulta nada raro e incluso parece bastante lógico, que trabajadores tales como policías o soldados, además de muchos otros tantos, puedan sentir cómo el anillo que tan orgullosos muestran en su dedo se engancha si tienen que saltar una valla, al bajar por una escala en un barco o en cualquier otro momento en el que el dichoso anillo pueda quedar engancharse en cualquier parte, para lo que únicamente basta combinar el movimiento que se realiza con la mano y el contacto de la esta misma con algún saliente o esquinaa.
Creo que nuestra propia naturaleza de humanos nos empuja frecuentemente a no seguir hacer caso a cualquier consejo o sugerencia, por muy lógico y razonable que pueda parecer, porque algunas veces sólo nos fiamos de nosotros mismos y no tenemos la humildad suficiente para encajar un consejo o sugerencia.
El dedo se mantiene pero el pellejo se pierde, y todo por llevar anillo. Como dice el refrán “un tío listo aprende de los propios errores, pero un tío inteligente aprende viendo los errores de los demás”. El que no nos haya ocurrido a nosotros mismos o no conozcamos ningún caso de alguien al que le haya pasado, no elimina ni baja en modo alguno el riesgo. Lo más lógico consiste en reducir hasta la mínima expresión el peligro de perder un dedo o sufrir una lesión grave. Para ello sobra con que a la hora de trabajar no se use ningún tipo de anillo en los dedos, aunque se puede continuar portando el anillo si éste se lleva colgado al cuello con una cadena (que pueda ser rompida en el caso de engancharse). Si lo que se quiere es conservar la tradición o costumbre de tener siempre un anillo puesto en el dedo anular, te lo puedes tatúar en el dedo, veras como así nunca te lo quitas.
Siempre hay quien menosprecia este riesgo pero en el fondo no se trata de un hecho casual ni aislado, sino de un accidente que se pasa con bastante frecuencia allí donde un trabajador trabaja siempre llevando su anillo puesto en su dedo, mostrándose inflexible ante tal tradición o siguiendo una costumbre. Los peligros pueden ser irreversibles y nada despreciables.
Dedo anular ¡fuera! y todo por no querer quitarse el anillo. Aunque parezca una posibilidad muy poco probable la realidad es que no resulta nada raro e incluso parece bastante lógico, que trabajadores tales como policías o soldados, además de muchos otros tantos, puedan sentir cómo el anillo que tan orgullosos muestran en su dedo se engancha si tienen que saltar una valla, al bajar por una escala en un barco o en cualquier otro momento en el que el dichoso anillo pueda quedar engancharse en cualquier parte, para lo que únicamente basta combinar el movimiento que se realiza con la mano y el contacto de la esta misma con algún saliente o esquinaa.
Creo que nuestra propia naturaleza de humanos nos empuja frecuentemente a no seguir hacer caso a cualquier consejo o sugerencia, por muy lógico y razonable que pueda parecer, porque algunas veces sólo nos fiamos de nosotros mismos y no tenemos la humildad suficiente para encajar un consejo o sugerencia.
El dedo se mantiene pero el pellejo se pierde, y todo por llevar anillo. Como dice el refrán “un tío listo aprende de los propios errores, pero un tío inteligente aprende viendo los errores de los demás”. El que no nos haya ocurrido a nosotros mismos o no conozcamos ningún caso de alguien al que le haya pasado, no elimina ni baja en modo alguno el riesgo. Lo más lógico consiste en reducir hasta la mínima expresión el peligro de perder un dedo o sufrir una lesión grave. Para ello sobra con que a la hora de trabajar no se use ningún tipo de anillo en los dedos, aunque se puede continuar portando el anillo si éste se lleva colgado al cuello con una cadena (que pueda ser rompida en el caso de engancharse). Si lo que se quiere es conservar la tradición o costumbre de tener siempre un anillo puesto en el dedo anular, te lo puedes tatúar en el dedo, veras como así nunca te lo quitas.
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