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La colección Cartier robada

Los atracadores contaban con una buena información. Sabían que entre la apertura de las dos joyerías mediaban 30 minutos y que tan sólo había uno o dos empleados en cada una de ellas. Sin embargo, la confidencia tenía un error fundamental: la colección de joyas Cartier, valorada en unos 3.500 millones de pesetas, estaba a 60 kilómetros de Marbella. Los funcionarios de la comisaría local trabajan sobre la hipótesis de que los dos individuos que el lunes atracaron dos joyerías en media hora buscaban este preciado lote, que estuvo expuesto en uno de los dos establecimientos robados hasta la madrugada del domingo. Entre las piezas de esta colección destaca un collar que perteneció a la duquesa de Windsor, compuesto por 29 amatistas, 33 diamantes baguette, 188 brillantes y 200 turquesas, engarzado todo ello sobre oro, además de una amatista en forma de corazón, como motivo central de la joyas. Sólo ésta cuesta más de mil millones de pesetas. La colección Cartier, que nunca había sido expuesta antes en España, fue trasladada, entre espectaculares medidas de seguridad, a una sucursal bancaria de Málaga que tan sólo conocen dos o tres personas, precisamente para evitar lo que habría supuesto el mayor «golpe» de la historia criminal de nuestro país.


Sin embargo, los atracadores pensaban que la colección Cartier continuaba el lunes en alguna de las dos joyerías que asaltaron. Esto explicaría el hecho de que, en ambos casos, los ladrones obligasen a los dependientes a abrir las cajas fuertes, sin preocuparse de las alhajas expuestas en las vitrinas y los mostradores. La valiente actuación de una empleada de uno de los establecimientos evitó que los delincuentes accediesen a la caja de seguridad de esta tienda.A las cinco y media de la tarde del lunes, una de las empleadas de la joyería Angarsa, situada en la avenida de Ramón y Cajal, se disponía a abrir el local. En ese momento, un individuo armado con una pistola la conminó a que entrase y se dirigiese a la caja fuerte. Pocos minutos después, la otra dependienta llamó a la puerta para que su compañera le abriese. El atracador le ordenó que así lo hiciese, pero la empleada, al percatarse de la situación, dio la alarma que conectaba directamente con la Policía.

El delincuente se dio cuenta de lo ocurrido y renunció a acceder a la caja fuerte, limitándose a introducir en la bolsa que llevaba las joyas que había expuestas en el mostrador y en las vitrinas de la tienda. Según han declarado los propietarios de este establecimiento a la Policía, el valor de lo sustraído asciende a 18 millones. Media hora más tarde, otro atracador, al que presumiblemente esperaba en las inmediaciones el hombre que había entrado en la tienda del centro de Marbella, se introdujo en la joyería Gómez y Molina, en Puerto Banús. Este individuo, armado con un revólver de dos pulgadas del calibre 38, obligó a la dependienta, hermana del propietario del establecimiento, a que abriese la caja fuerte. Mientras la mujer realizaba esta operación, el ladrón no dejó de apuntarle en la cabeza con su arma. Cuando la caja se abrió, el caco llenó una bolsa con las alhajas y se marchó, no sin antes advertir llevarse el carné de identidad a la empleada y advertirle que no mirase hacia la puerta hasta que él se hubiese alejado, «porque ya sé dónde vives y voy a matarte».

Fue precisamente la joyería Gómez y Molina la que albergó la colección Cartier hasta el sábado. A pesar de que los delincuentes no lograron hacerse con el «botín del siglo», el «palo» fue considerable. Pese a que ayer por la tarde aún no se había hecho el recuento de las joyas robadas, una primera tasación fija el valor de lo sustraído en unos 200 millones. Entre los efectos sustraídos hay un collar de brillantes de más de veinte millones de pesetas. Los funcionarios de Policía Judicial de la comisaría de Marbella cuentan con muy pocos datos fiables sobre la identidad de los autores de los atracos. Todo hace presumir que son de nacionalidad italiana, ya que en ambos casos los delincuentes hablaban español con acento e incluso en la joyería Gómez y Molina la dependienta habló en italiano con el ladrón.

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