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Que ha sido de Gigi Howard

Es demasiado pronto para eso», dijo Gigi Howard al fotógrafo Carlos Hugo Arriazu cuando éste, el 18 de junio de 1995 en el Central Park neoyorkino, preguntó a la joven sobre la posibilidad de convertirse en futura reina de España. 

Transcurrido un año, cargado de supuestas confirmaciones fotográficas y posteriores desmentidos sobre su relación con el heredero de la Corona, la pregunta ya tiene respuesta: hoy es demasiado tarde. Como lo es para Arriazu, hallado culpable de espiar a la norteamericana y que podría ser condenado a cuatro años de cárcel.

Giselle Howard, como antes Isabel Sartorius y antes aún la periodista Victoria Carvajal, forma ya parte de las supuestas ex -oficialmente, jamás ha estado comprometido- de Felipe de Borbón y Grecia, un hombre «atractivo, atlético y para desmayarse», como lo define esta semana la revista People.

El Príncipe, a sus 28 años, sigue sin cenicienta que llevar al altar. Frecuenta, eso sí, abundantes amistades, y su agenda está repleta de bodas. Entre las últimas, la de Ricardo Fuster, uno de sus íntimos; el amigo que en su día le presentó a Isabel Sartorius. Antes se desposaron Pablo de Grecia y Marie Chantall Miller, con quienes Felipe y Gigi compartieron, en la isla de Saint Martin, el Jueves de Pasión inmortalizado por Arriazu.

La pasada semana, mientras el heredero ponía rumbo a Mallorca, donde embarcaba en el «Aifos» para participar en la XV edición de la Copa del Rey de vela, la joven estadounidense era citada por la Corte Suprema de Nueva York para declarar en el juicio contra Arriazu. «La gente cree que soy la novia del Príncipe Felipe», acertaba a explicar a los miembros del jurado.

Desde que, el 30 de enero de 1995, Alexandra Miller (cuñada de Pablo de Grecia, primo de Felipe) los presentara en la discoteca «O Bar» de Nueva York, Gigi Howard no ha dejado de ver su nombre impreso en revistas y periódicos. Su supuesto romance con Felipe de Borbón -de aventura americana terminaron por catalogarlo fuentes próximas a La Zarzuela- despertó incluso el interés del FBI, según se supo en el juicio, en el que prestaron declaración dos agentes federales. De Arriazu son las únicas fotos (él y ella abrazados en el agua) del supuesto «affaire» sentimental del hijo varón de Juan Carlos I y Sofía de Grecia.

Soltero y sin compromiso, el Príncipe de Asturias ha estado rodeado de rumores de tul desde 1987. Fue entonces cuando se le adjudicó un primer romance con Victoria Carvajal. Si fue cierto, no cuajó. Vicky Carvajal, periodista de profesión, se casó el 15 de julio de 1995 con Bruno Entrecanales Domecq. Felipe de Borbón también estaba en la iglesia, pero como amigo invitado.

Y es que al heredero de la Corona se le están casando las amistades. Su prima Isabel de Morales y de Borbón Dos Sicilias lo hizo, en septiembre pasado, con Joaquín Galán Otamendi.

Si solteras siguen la mayoría de las mujeres cuyos nombres han aparecido en las «quinielas» de candidatas (desde la propia Gigi a Tatiana de Liechtenstein, Isabel Sartorius o Victoria de Borbón Dos Sicilias), no ocurre así con el círculo de amigos más próximos. Por la vicaría pasó años atrás, de la mano de Silvia Villar-Mir, Javier López Madrid, «ángel custodio» de las relaciones del Príncipe con Sartorius (organizaba para ellos escapadas a su finca salmantina de Peñaranda) y, después, con Gigi Howard (alojó a la norteamericana en la visita que la joven realizó a Madrid, durante la que fue invitada a comer en La Zarzuela). Casados están también José Barroso «Don Algodón» y Jaime Martínez Bordiú, otras dos de las amistades del heredero.

Este mismo año Felipe de Borbón fue testigo del enlace entre Joaquín Fernández de Córdova Hohenlohe y Diana María Langes Swarovski. También viajó a México para, el 18 de mayo, oír la voz de su íntimo Ricky Fuster decir «sí» a la hija de los dueños de la cerveza Corona, Mónica Sánchez-Navarro. Otra de las voces que escuchó fue la de Sartorius, invitada por Fuster a la celebración en tierras aztecas.

En un mundo donde las campanas de boda -amigos, primos, hermana...- obligan al Príncipe a vestir chaqué con frecuencia, son muchas las expectativas creadas en torno a la figura del hijo del primer Rey de la democracia española. Casada su hermana Elena, la mayor, las miradas se posaron en el hijo varón del monarca. Sus veintiocho años (al Rey le faltan dos para cumplir sesenta) y la circunstancia de que la perpetuación de la línea dinástica borbónica en España pase preferentemente por su persona convierten su vida, también la privada, en centro de atención de muchas miradas. A nadie se oculta tampoco que escándalos principescos como los de la Familia Real británica han abierto el debate sobre las monarquías del Viejo Continente. Ser príncipe hoy exige especiales dotes de discreción; más en España, donde la restauración apenas si ha cumplido dos décadas.

A él le toca elegir mujer y futura reina, y entre los monárquicos recalcitrantes provoca escalofríos sólo pensar en la posibilidad de una Diana Spencer a la española. Ni siquiera reina pacíficamente la tesis de que la futura consorte tenga «sangre azul» en sus venas.

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