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Una frase de Sandra Bullock y bastará para dejar mi encefalograma plano

Barcelona se está ‘amadrileñando’, y aprovecho la nueva moda de las viejas bodegas para tomar un vermut con un amigo. Combina elegantemente la frivolidad de un pasado como modelo y la sensibilidad de ser artista. Desde que le rompieron el corazón, colecciona desfibriladoras de fin de semana; es un Casanova. 

Dice que en su vida hay un antes y un después de Cincuenta sombras de Grey. Y eso que no ha leído el libro. Casi un millón y medio de españolas sí lo han hecho y le convierten en un amante satisfecho y perplejo, "son como las vampiras de Drácula, pero en lugar de chuparles la sangre les han chupado el pudor". Podríamos entrar en el debate de si son mujeres sexualmente liberadas o esclavas para complacer al hombre. Sin embargo, preferimos hablar de amor.

Quiero ver ‘Gravity’. Necesito no pensar y una frase de Sandra Bullock bastará para dejar mi encefalograma a cero. Voy a los cines Bosque, la cola es infinita. He leído la crítica de un físico que apuntó todas las barbaridades de la película contrarias a la teoría de la gravedad. También he leído que un periodista preguntó a Alfonso Cuarón si fue muy difícil filmar en el espacio. Voy a los Verdi, podría entrar en El último concierto, pero me pondré triste y lo que necesito es no pensar. 

Quiero ver a George Clooney con escafandra y darme cuenta de que, si el mundo es tan pequeño, nuestras penas son minúsculas y no pueden doler. Vuelvo a los Bosque. La cola de la segunda sesión es aún más larga que la anterior. Entonces recuerdo que hoy se celebra la Fiesta del Cine, y durante tres días las entradas costarán 2,90 euros. Oh, sorpresa. Resulta que cuando los precios son asequibles, la gente consume cultura y no piratea porque le gusta la pantalla grande. Por lo visto, eso de no pensar está siendo costumbre en política y economía.

Comida en La Camarga sin centro de flores y con bromas sobre Sánchez Camacho. ¿Qué pasará cuando se agote el morbo de Método 3? ¿Recuperará el restaurante a sus clientes habituales, o pagará para siempre el escándalo? Los miembros del jurado del premio El lector de l’Odissea deliberamos. Deliberar es divertido: cada uno dice lo que piensa e intenta convencer a los demás. Una de las obras finalistas vuelve a plantear el debate sobre la aparente libertad de la mujer. 

Cada una hace con su cuerpo lo que quiere para conseguir lo que le da la gana, pero ¿es ése un boicot a la igualdad? ¿Por qué debería una mujer solidarizarse con las demás? ¿Sólo por su naturaleza femenina? ¿Acaso Casanova y mi amigo modelo-artista no se aprovechan de sus cualidades para lograr un objetivo? Si el objetivo es meramente lujurioso, vale. Si es más ambicioso, no.

Preestreno de ‘Història de la meva mort’, la película de acción de Albert Serra. Me cuentan que el escritor Pere Gimferrer estaba preocupado porque Cahiers du Cinéma la definió como "radical chic", concepto acuñado por Tom Wolfe que equivale a "izquierda caviar". O sea, algo así como esteta enfant terrible. Entre los invitados a la Filmoteca, mucho hipster como Oriol Bohigas, Xavier Rubert de Ventós, Àlex Susanna, Fèlix Riera. El ex alcalde Jordi Hereu tiene plaza, pero en su asiento no está su nombre, sólo pone: "Reservat". 

La peli dura dos horas y media, y sólo seis personas se van antes de que acabe. Interpretado por Vicenç Altaió, Casanova se ríe mucho, come granadas, caga y rompe una ventana con la cabeza. Desde las sombras, Drácula grita y da mucho miedo. Hay sangre y animales descuartizados, interiores de lujo y exteriores estremecedores. Un Pasolini gótico.

Huelga general de Educación. La cifra de seguimiento ofrecida por el Gobierno demuestra que Wert y compañía no saben contar. Por otro lado, su nivel de comprensión de texto y de contexto es insuficiente. Voy a la inauguración de una nueva galería en el Born, se llama Cyan, está en la calle Fusina. Hay radical-chicas con coletas y un cuadro que me gusta. 

Es una escena doméstica: una madre y sus hijos hablan en la típica cocina americana ochentera, iluminados por dos lámparas de flores. Podría ser una escena de ET o de esas películas que marcaron mi infancia. Mi preferida era los Goonies, en la que unos niños quieren salvar sus casas de la especulación salvaje y pasan grandes aventuras. Entonces incluso los productos comerciales de Spielberg reforzaban nuestra educación. Por eso a Wert no le interesa que vayamos al cine.

Entrega del premio El Lector de l’Odissea en Vilafranca. Uno de los miembros del jurado se ausenta, pero nos vigila desde la distancia y advierte: quizá, durante la comida del martes, lo grabó todo.

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