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De charla con la suegra

Decidió tener una charla con su suegra. -Ahora se viene a dar un paseo conmigo -le dijo, mientras la señora Flawse se secaba las manos junto al fregadero. -¿Un paseo? -dijo la señora Flawse, y de pronto advirtió que Lockhart la tenía agarrada del brazo. 

Un paseo, sí -repitió y, empujándola ala oscuridad, la llevó casi a rastras por el patio hasta la torre fortificada. Dentro, todo parecía oscuro y tétrico. Lockhart cerró el gran portalón, corrió el cerrojo y encendió una vela. -¿Qué pretendes con esto? -le dijo la señora Flawse-. No tienes ningún derecho... Pero se calló de inmediato al oír un ruido extraño que parecía resonar por encima de sus cabezas, un ruido agudo y misterioso que recordaba al viento y, sin embargo, tenía melodía. Frente a ella, Lockhart sostenía la vela a la altura de sus ojos, que brillaban de un modo tan fantasmagórico como la música. Dejó la vela y, tras coger una espada larguísima de la pared, se plantó encima de la sólida mesa de roble de un salto. 

La señora Flawse retrocedió hasta la pared y la llama vacilante de la vela proyectó una gran sombra en los entandartes hechos jirones. Miró a Lockhart, que empezó a cantar. No había oído nunca una canción semejante, pero seguía la melodía que les llegaba de arriba. De Wall a Wark gritaréis siempre en vano, nadie hay en esta región; mas si a Flawse Hall venís caminando, parad y oíd mi canción. 

El viejo Flawse Hall tiene historias nuevas, pues los muros tienen oídos para las damas que son traicioneras y los planes que tienen urdidos. Las piedras mudas llorarán su pena y nunca dirán nada; mas aquellos que sus lágrimas lean sabrán de vuestra artimaña. 

El anciano Flawse mala mujer ha tomado y enemiga lleva al lecho, que aliento y vida la ha ido quitando por verle muy pronto muerto. A la tumba iremos sin remedio un día cuando se agote el tiempo, mas si vos seguís con vuestra porfía maldeciréis el momento. Escuchadme y no perdáis la cabeza, pues aunque a Jessica quiero no me gustaría tener la certeza de que mataros debo. 

Calentad pues el lecho a vuestro mando y secad las sábanas bien, porque aunque os hayáis escondido os encontraré también. Pero moriréis vos muy despacito y si no está despistado hasta el diablo soltará algún grito al ver cómo os he dejado. Esposa Flawse, recordar a vuestro yerno cuando conciliéis el sueño, pues la Viuda Flawse va a rezar al infierno antes de dejar a su dueño. 

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