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Corrieron ríos de tinta

Los proverbiales ríos de tinta han corrido esta semana por las páginas de los periódicos españoles, y no precisamente por el debate de investidura, ni por el desmoronamiento del imperio del Este, sino por la noticia humana y deportiva del accidente mortal de Fernando Martín. Ante este tipo de acontecimientos, periodísticamente cuentan varias cosas; en particular, los reflejos, los testimonios humanos y el seguimiento de aspectos anecdóticos importantes, que en este caso se centraban en el drama de una segunda persona implicada en el accidente de la M-30.

Los reflejos más notables fueron esta vez, que confeccionó en la tarde del domingo un suplemento especial de ocho páginas con una información detallada del suceso, testimonios sobre Martín y análisis de la vida y carera de éste. Quizá otros periódicos consideraron en un principio que la muerte de un deportista no justificaba tamaño despliegue informativa, pero quizá infravaloraron el impacto social en toda España de algo que, a finales del siglo XX, bien puede considerarse como equivalente a la muerte de los héroes guerreros del pasado. La amplitud del «shock» emocional de los días siguientes confirmó que este periódico había tenido la reacción adecuada.

Los testimonios humanos, cuando se producen sucesos cargados de tantas emociones, adquieren particular importancia. Hasta los más acérrimos enemigos de Martín metieron su baza con más o menos retintín... Fue en este caso El País el que se apuntó tantos con las columnas de despedida que dedicaron a Martín Juan Manuel L. Iturriaga y «Loquillo». Iturriaga -el mejor talento periodístico salido del deporte activo en los últimos años, junto a Jorge Valdano- recordaba la afición de Martín al «abrazo del oso»: «Ponía cara de no haber roto nunca un plato, ojos de corderito y muchas veces sin decir nada, te daba un abrazo del cual, si lograbas sobrevivir, te llegaba una corriente afectiva que te desarmaba por completo». Y Loquillo rockero y baloncentista, se quedaba en un tris de declararse madridista (el colmo para un barcelonés):

«Ahora suena un viejo "rock and roll" de Eddie Cochran, un "rock and roll" tan chulo y tan rebelde como tú». En cuanto a la historia dentro de la historia, el drama de la segunda e inocente víctima -Ricardo Delgado Cascales, en coma tras haber chocado con el coche de Fernando Martín-, ha sido muy mal e injustamente cubierta, en líneas generales. Lo más notable: en El País, una entrevista con su mujer, de Martín Narrillos y, otra -no propia, sino de Ana Fariña, de Europa Press-, mucho más dura: «En el primer momento, cuando no sabía si Ricardo iba amorir, me alegraba que Fernando hubiese muerto». Ayer, sólo As y Diario 16, en Madrid, daban la buena noticia: Ricardo Delgado había recuperado el conocimiento y había abandonado la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica de la Princesa.

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