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Ya no quedan insumisos

Ellos no quieren hacerla Son muchos, tantos que al político le brillaban los ojillos al pensar en ellos y venga a prometer y prometer: «Que te la quito», «que te la rebajo», como el chupachús con que el Lobo engañaba a la Caperucita. Son ellos, los adultos, los ya «iniciados», que agacharon la cerviz a su debido tiempo ante el desplante chulapón del sargento o los caprichos patrioteros del capitán, los que ahora ven virtudes de «hombría» en esos meses de «marchen, un dos». Que allí se hacen como hombres, dicen. Y algo de razón debe haber en el dicho si el «como hombres» supone asunción del yugo, de la obediencia, la disciplina ciega y la «norma social» que, ya se sabe, es arbitraria, contumaz e implica jerarquías.

La mili es así rito de iniciación -tan brutal como las pruebas sufridas por el hombre llamado caballo- para que el joven salga de allí preparado para el trabajo en cadena, la oficina siniestra y el ganarás el pan con el sudor en una frente que de ahora en adelante deberá ..estar inclinada e igual que en esos relieves 'medievales donde el artesano mira a su faena y frunce un labio triste de aceptación y «qué le vamos a hacer».

Luego están los otros, los que disfrazan el discurso con ribetes «progres» y dicen mejor obligatorio que profesional. Como si el ejército no fuera ya profesional, como si el soldadito no fuera sólo «carne de cañón», número que soporta guardias, desfiles y en todo caso intervenciones esporádicas allá donde existen las guerras llamadas «chicas» o de desgaste. Cuando existe una declaración del Parlamento Europeo recomendando la objeción automática de conciencia, cuando más de 20.000 jóvenes esperan una amnistía o un destino, cuando una encuesta revela hoy que más del 80% de los jóvenes vascos -¿curioso, no?- reniegan del servicio militar y en Lérida acaban de detener a un muchacho que quiso ser objetor y no le dejaron, resuenan como hojarasca batida por el viento las promesas de hace sólo unos días.

Ahora habrá que esperar a que Serra, Barrionuevo o el que venga vuelva a acordarse de esos jóvenes a los que tanto quiso en el momento de la campaña Déseles trabajo y enseñanza que no fusil. Y como sarna con gusto no pica, que nadie tiemble, siempre habrá quien la haga.

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