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Los amantes y los amores

Jueves 22 de febrero de 1940: «un clima suave de primavera, aunque el aire contenga una cierta acritud marina. El día se ha orientdo hacia Bost. Por la mañana en el Dóme, donde corrijo algunos exámenes del liceo. Comida con Poupette -vamos a pie hasta Duroc-. Hace calor. Sentimentalismo y abulia. Liceo. La Sorokine me esperaba en el patio con un bombón relleno y un hermoso pañuelo de color. A las 4 cojo un taxi que me lleva a casa. Bost llega casi enseguida. Bajamos a pie y en taxi hasta el Long Bar, en el Palais Royal, y nos sentamos en un rincón alejado, en un canapé bajo. Llevé mis libretas, las de Sartre. Charlamos, él lee un poco y es agradable».

Este es un día de la vida de Simone de Beauvoir, hace exactamente 50 años. Hay guerra. Sartre, acabado el permiso, ha regresado a su acantonamiento. Le ha dejado sus primeras libretas al Castor y acaba de iniciar la libreta XII. Las páginas que escribe el 22 de febrero desarrollan el análisis de la conciencia, como «carencia». A ellas podemos remitimos, como también a las cartas de igual fecha. Faltaba precisamente la parte del Castor. Hela aquí desenterrada: 131 cartas dirigidas a Sartre entre 1930 y 1963, y un Diario de guerra que va de septiembre de 1939 a enero de 1941. Ese 22 de febrero de 1940 salen, por tanto, del Dóme, bulevar de Montparnasse.

El Long Bar, más tarde Les Vikings (para leer allí una carta de Sartre). Otro día, el Select, la Coupole, el Flore, tanta querencia de la pareja mítica, es decir, lugares «en los que sentirse protegidos contra todo». En los que, por tanto, el Castor corrige sus exámenes, se toma una copa, redacta su libreta, su novela (La invitada), escribe a unos y otros y los cita.

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