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El poster de la película La Misión

1. ¿HA VISTO USTED «LA MISIÓN»?

SÍ ¿Recuerdan el póster de la película, con la imagen del misionero jesuita clavado a una cruz, cayendo por una enorme catarata? El madero apenas se distingue arrastrado por la fuerza sobrenatural del agua. La cruz parece la brizna de una paja, atrapada, zarandeada y engullida por el gigantesco torrente. Para esta semana al borde del infarto económico, el póster de La Misión ilustra a la perfección el tiempo que vivimos: nuestro mundo de seguridades se está hundiendo. El dinero, la fe terrenal que movía montañas, no se sabe si servirá para algo mañana, si es que, como sucede a los accionistas de Bankia, no ha pasado a valer casi nada. La Misión, esa bella película de 1986 interpretada por Jeremy Irons y Robert de Niro, acaba muy mal.

Los pobres, los indios del paraíso amazónico refrescado por las cataratas de Iguazú, vuelven a perder: son exterminados o esclavizados. Los ricos, en este caso los españoles y portugueses explotadores, ganan de nuevo. ¡Qué paradoja! Quien nos ha visto, en el siglo XVII, cuando se desarrolla la película, y quien nos ve ahora. El padre Gabriel (Irons), ante el cariz bélico que toman los acontecimientos, exclama: «Si la violencia es la que cuenta, entonces no tengo fuerzas para vivir en un mundo así». La frase derrotista cobra todo su dramatismo con la música de fondo de Morricone. Este sentimiento es el que vivimos miles de pequeños ahorradores al ver peligrar el fruto de toda una vida de trabajo, devorado por violentos mercados invisibles, hienas, carroñeros, poderosos como las cataratas.

La ansiedad se acrecienta por la incapacidad de los gobernantes para explicar qué pasa, ¡coño! En La Misión se mastica la tragedia bajo el ruido atronador del agua y el contraste del dulce hilo musical de la flauta. En España, por no sonar no suena ni la voz aflautada de Rajoy, otrora el voraz león de la oposición.

2. ¿EL «SOLDADITO» ESPAÑOL?

NO Quería decir corralito español. Habrá leído el reportaje sobre el gallito del corralito, el Nobel Krugman, quien parece desearnos la suerte de Argentina. ¿Nos auxiliaría la Kirchner como hizo España cuando ellos vivieron aquel desastre? Les dimos dinero y, lo más duro, aguantamos las películas argentinas supercoñazo que nos contaron las diferentes vicisitudes familiares por el corralito. ¿Sería una argucia fílmica de los psicólogos argentinos afincados en España para sacarnos la pasta? Si llegara a producirse el corralito en España no afectará a todos por igual. Estos días se publican decenas de anuncios de sicavs, esas sociedades particulares de inversión que, al final, sólo tributan al 1%. Hay 3.064 sicavs (Koplowitz, Almodóvar...). Mueven 23.000 millones. Saldrán mejor paradas que usted en caso de desastre, si es que no se han llevado fuera ya el grano.

Los soldaditos aguantaremos hasta el final. Bancos como UBS y Credit Suisse han puesto el cartel de disponibles para llevarse el dinero allende las fronteras. Si no tiene más de un millón para exiliar, no compensa, aunque admiten clientes desde 50.000 euros. Pero esto es calderilla, no da ni para las pipas de apertura de cuenta.

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