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La exclusiva mas deseada

Al alba del 15 de abril de 1912, sólo un diario en Nueva York publicaba correctamente la noticia que 100 años después sigue atrayendo lectores. Mientras algunos diarios ironizaban sobre «el rumor» del naufragio del Titanic, el New York Times titulaba: «Últimas noticias del barco que se hunde». 

El artículo, firmado en Cape Race, la estación telegráfica de Canadá que recibió la alerta, era claro y acertado: «A las 10 y 25 de la noche, el transatlántico Titanic, de la White Star Line, lanzó un SOS a la estación Marconi de aquí diciendo que había chocado con un iceberg. El barco dijo que necesitaba ayuda inmediata. Media hora después, llegó otro mensaje diciendo que se estaba hundiendo por la proa y que estaba evacuando a las mujeres en botes». 

La primera nueva sobre el barco a más de 1.500 kilómetros de Nueva York había llegado a la redacción a la una y veinte de la madrugada, cinco minutos antes del cierre de la primera edición. Carr Van Anda, el energético director, estaba allí, como casi todas las noches hasta las cinco de mañana. Lo llamaban V.A. y era capaz de corregir al Museo Británico sobre la interpretación de jeroglíficos o a un profesor de Princeton sobre la teoría de la relatividad. 

El Evening World, el gran rival, sacó la noticia a portada, pero con información incorrecta e incompleta. Contaba que el Titanic estaba siendo «remolcado después de chocar» y que «muchos notables» estaban siendo «trasladados» a otros dos buques. 

El director del New York Times, en cambio, estaba convencido de que el transatlántico se hundía. Y organizó rápido la cobertura en las dos horas antes de que cerrara la última edición, a las tres y media de la mañana. Encargó a un redactor que siguiera las noticias del barco, a otro, que examinara la lista de pasajeros y a un tercero, que estudiara los riesgos del Atlántico Norte en primavera. El Times amaneció con la información más completa, con la lista de pasajeros célebres, como el magnate John Jacob Astor o Isidor Straus, propietario de los almacenes Macy's. La mañana siguiente, cuando un barco informó que no había mensajes del Titanic en horas, Van Anda supo que su primera intuición había sido acertada. 

Pero incluso entonces los diarios de la competencia tardaron en creer la tragedia. El 16 de abril, el Times abrió con un titular que contenía los datos de «866 rescatados por el Carpathia, 1.250 probablemente muertos, Ismay salvado y tal vez la señora Astor». Al final, los muertos fueron 1.514 y, efectivamente, el presidente de la compañía naval, Bruce Ismay, y Madeleine Astor sobrevivieron. El Evening Sun, en cambio, titulaba: «Todos se salvan en el Titanic después de una colisión».

Esa semana ya sólo quedaba esperar la llegada del Carpathia, el barco que rescató a los supervivientes. Incluso entonces, la información era limitada. Cuando el barco atracó en el río Hudson, la orden era «periodistas no». Pero Van Anda nuevamente se adelantó a sus rivales. Instaló una redacción ambulante en un hotel cerca del muelle para que sus redactores dictaran cualquier testimonio. Y mandó a uno de sus periodistas más experimentados a perseguir a un personaje clave, que estaba en Manhattan, Guglielmo Marconi, fundador de la primera compañía telegráfica. Van Anda, amigo de Marconi gracias al interés compartido en las ciencias, convenció al ingeniero para que acompañara a su redactor al Carpathia. Así el Times se coló en el barco y habló con el telegrafista del Titanic, Harold Bride. 

Al día siguiente, el Times publicó su testimonio, en primera persona. El telegrafista, de 22 años, daba todos los detalles de la noche del naufragio, incluso las bromas del principio. «¿Qué señal has mandado?», preguntó el capitán. «C.Q.D.», el código de entonces para pedir ayuda, «Come Quickly, Distress». El capitán propuso pasarse a la última señal de moda del Morse, S.O.S., aprobada en una conferencia en 1906. «Manda S.O.S. Es la nueva llamada. Puede que sea tu última oportunidad de enviarla», dijo.

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