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32 canciones famosas en 8 minutos

Tiene todo el repertorio, desde canciones de Queen, hasta Mamma Mia de Abba, pasando por Pokemon y acabando con un auténtico bombazo final.

Eso sí, el pobre tiene horchata en las venas.


Tres años después el éxito es impresionante, Helena le pide al doctor Lykuwski los elementos necesarios para comenzar una producción local e instala su primer laboratorio o, mejor dicho, «cocina», como ella lo llamaba siempre, en Melbourne. «Las cocinas» de los diferentes países en los que Helena Rubinstein se instala, se convierten en su espacio preferido, en los que se pasa muchas horas experimentando e investigando nuevas fórmulas cosméticas.

En poco tiempo se convierte en una experta. Por esas fechas también se trae a su hermana Ceska de Cracovia para que se haga cargo de su salón en Melbourne porque ella quiere viajar a las principales capitales europeas, Berlín, Viena, Londres y París, en donde reclaman su presencia. Mientras recorre Europa, Helena va haciendo un exhaustivo estudio de los diferentes tipos de pieles y sus imperfecciones, tiene citas con importantes especialistas y dermatólogos de la época, sobre todo de Europa Central. De este minucioso estudio saca la conclusión de que las pieles se dividen en tres grandes grupos: secas, grasas y mixtas. Hoy en día esto parece banal pero por aquellas fechas este descubrimiento fue un bombazo. Afortunadamente no todo es trabajo y en el año 1907 Helena Rubinstein contrae matrimonio en Londres porque se ha enamorado por primera y última vez en su vida (aunque después pidió el divorcio y se volvió a casar).

El afortunado es Edward Titus, un periodista de origen polaco nacionalizado en los Estados Unidos, al que ya había conocido en Australia. Al año, el matrimonio Titus decide instalarse en la City, en donde Helena abre en el 24, Grafton Street (Myfair) su segunda Maison de Beauté Valaze. Un nuevo éxito que hace de esta trabajadora incansable una mujer cada vez más rica y más célebre. En 1909 nace su primer hijo, Roy, y tres años después nace Horace, quien moriría en 1958 a los 46 años, víctima de un accidente de automóvil en Long Island. Madame había cumplido los 86 años y la muerte de su hijo pequeño fue un terrible golpe que la llenó de tristeza hasta el final de sus días.

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