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La maestra de yoga más joven del mundo

Apenas tiene seis años, pero cada mañana se levanta cuando todavía no ha salido el sol para saludarlo junto a sus alumnos. Sí, han leído bien, sus alumnos. La pequeña Shruti Pandey es la maestra de yoga más joven del mundo.

Cada día, a las cinco de la mañana, se enfunda sus mallas y su camiseta de algodón, antes de ir al colegio y se dirige a otra escuela en el norte de la India donde ella es la profesora. Durante una hora deja de lado los cuadernos, los libros y los lápices de colores para enseñar a sus discípulos las más variadas asanas -o posturas- de yoga. 

Su afición por esta disciplina física y mental originaria de la India comenzó casi siendo un bebé. Shruti se entretenía tratando de imitar a su hermano, dos años mayor que ella, mientras practicaba asanas en el salón de su casa. «Veía cómo lo hacía e intentaba hacerlo igual, pero era demasiado difícil, así que les dije a mis padres que quería dar clases de yoga», explica con la serenidad de un adulto.


Dicho y hecho. Así comenzó a practicar asanas con su maestro yogui, Hari Chetan Maharak, en la escuela que fundó su abuelo hace 35 años. Pronto comenzó a mostrar su talento innato. «Aprendió muy rápido. Enseguida comprendía la técnica para realizar correctamente cualquier postura y, curiosamente, no se aburría como otros niños de su edad con una disciplina como el yoga que requiere tanta paciencia», comenta su profesor en declaraciones a The Daily Mail. Tan sólo seis meses de entrenamiento intensivo fueron necesarios para que la pequeña Shruti lograra practicar las 84 posturas clásicas de yoga a la perfección, incluso las más complicadas. Fue entonces cuando la escuela decidió que se convirtiera en una de las maestras. 

«Nos sorprendió a todos haciendo incluso las asanas más difíciles. En ella parecía algo natural. Pensamos que debía dar clases», añade su profesor, orgulloso de su alumna.
Feliz de poder compartir con otros lo que ha aprendido, Shruti asegura que le gusta mucho que la gente siga sus «consejos e indicaciones». «Me siento como una auténtica maestra», reconoce la pequeña entusiasmada. 

Algunos de sus alumnos, como Bhanu Sami, de 90 años, no ven ninguna diferencia con las enseñanzas de la joven profesora y la que pueden ofrecerle otros instructores de mayor edad. «Al contrario», sostiene este maestro jubilado, «tiene una energía desbordante y siempre está pendiente de nosotros. Si no podemos hacer alguna asana, nos ofrece una alternativa. Además, tiene mucha paciencia». «Yo antes solía tener muy mal genio, pero ahora soy capaz de controlar mucho mejor mi ira y, en gran medida, se lo debo a esta pequeña de sólo seis años», añade Lokendra Pal Singh, otro de sus alumnos. 

Pese a su talento natural, Shruti piensa que todavía le queda mucho que aprender y cuando le preguntan qué quiere ser de mayor no lo duda un momento: «Maestra de yoga», responde. Pero si ya lo eres, le dicen sus familiares y amigos, y la pequeña argumenta: «De verdad, todavía no lo soy».

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