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Sexo y alcohol en el palacio de Buckingham

Los hechos parecen sacados de un ejemplar de periódico del día de los inocentes pero realmente ocurrieron entre los años 2000 y 2005 en los dominios de Buckingham Palace, residencia oficial de la reina Isabel II. Un puñado de policías profanaron el boato de sus salones con un nutrido listado de fechorías.

Organizaron timbas de cartas, regentaron un negocio clandestino de revistas porno y juguetearon con sus pistolas cargadas estando borrachos. Los guardas llegaron incluso a colar a amiguetes en las fiestas y recepciones de los jardines de palacio, a alquilar el aparcamiento de palacio a ricachones de compras en Londres los fines de semana y a posar beodos y en posiciones obscenas en los tronos rojos y aterciopelados de la reina y del duque de Edimburgo.

Esta suma de despropósitos ha trascendido en el proceso que se sigue contra Paul Page, un oficial acusado de fraude y amenazas que trabajó en palacio durante cinco años.


Uno de los compinches de Page -el sargento Adam McGregor- fue preguntado el martes por las acusaciones. Y entre otras cosas habló sobre su posado en el trono de Isabel II. Posiblemente lo hice, dijo el policía. No lo recuerdo bien. No voy a reconocer aquí algo que ni siquiera sé si he hecho. De todas formas, no estamos hablando de un asunto criminal. Es sólo sentarse en el trono. Es lógico que uno tenga ganas de hacerlo. Al menos para contarlo a los nietos, señaló.

McGregor y Page fueron acusados también de utilizar las estancias de palacio para dormir sus respectivas resacas y de no estar despiertos en sus garitas a horas en las que se supone estaban que guardia. Las acusaciones de fraude que pesan sobre Page tienen que ver con una empresa que creó para eludir las deudas de juego contraídas con sus colegas en las timbas de palacio. La compañía intentaba atraer inversiones basadas en informaciones falsas.El acusado niega rotundamente los cargos.

Su esposa Laura está acusada de delitos de complicidad criminal y amenazas de muerte. Según McGregor, Page y su esposa colaban a empresarios y ricachones en el Palacio de Buckingham como parte del engaño para lograr sus inversiones. Se les daba un número de móvil de un policía, dijo en el juicio, y éste les colaba en los jardines sin invitación ninguna.

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