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Las mujeres se niegan a casarse con hombres que ya vienen con hijos

Sólo un 21% de los jóvenes españoles no se casaría con personas que hubiesen tenido un hijo estando solteras. Además, el 15% no contraería matrimonio con alguien que anteriormente hubiese convivido con otro hombre u otra mujer. Estos datos -que forman parte del estudio «Jóvenes españoles 89» publicado recientemente por la fundación Santa María- revelan un aumento en los niveles de tolerancia en casi todas las actitudes juveniles. No obstante, persiste un cierto rechazo hacia las relaciones extramatrimoniales. 

Hoy parece haber remitido aquella fiebre de libertad sexual que caracterizó a España en los años setenta. Sin embargo, las relaciones de pareja comienzan antes y han acortado notablemente el periodo de noviazgo. Por lo demás, los jovenes de hoy tienen una elevada capacidad de convivencia, fruto de la concordia entre las normas morales y actitudes religiosas propias y las de sus progenitores. Los tiempos están cambiando, pero son los propios jóvenes quienes más han sufrido esta evolución que está rodeada de un cierto pragmatismo hedonista. Indudablemente, estamos ante un progresivo cambio de valoración social por parte de la juventud. Hay un alto grado de pragmatismo y tolerancia. 

Ambos conceptos conviven con ciertas normas conservadoras de principios tradicionales que se han impuesto en las sociedades occidentales y desarrolladas. La propia situación económica de la sociedad, como habían justificado algunos, no parece ser la única causa del aumento del tiempo de estancia en el hogar paterno. Existen otras muchas razones más.

Los jóvenes se encuentran cómodos en casa. Hay una gran compenetración entre padres e hijos. La generación de padres del 68 ha transmitido mayor tolerancia. Así lo reconocen nueve de cada diez jovenes, sin que existan diferencias apreciables en relación con el sexo. Esa misma actitud se traslada al respeto sobre el carácter ideológico con los padres. En las normas morales y en las actitudes religisosas es donde mayor nivel de coincidencia se dá entre padres e hijos (entre el 40 y el 47%). En cambio, el mayor y más homogéneo grado de disconformidad se registra en lo referente a las relaciones sexuales. Uno de cada cuatro coincide básicamente con sus padres y, apenas uno de cada diez , lo hace en el terreno de las actitudes sexuales. Y es que este tipo de relaciones uno de cada dos considera la sexualidad como algo propio, personal e intimista. 

Los jovenes han acortado el tiempo de noviazgo. Sólo uno de cada diez en edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, dice no haber salido nunca solo/a con un chico/a. Y cuatro de cada diez dicen no tener novio/a, chico/a fijo/a con quien salir. esta proporción es idéntica en ambos sexos. Pero conviene señalar que la caída de la nupcialidad no implica, forzosamente, una posposición masiva de matrimonios por parte de las parejas ya establecidas. Entre los jóvenes emparejados se dan las mismas actitudes sexuales. Y en este mismo grupo, dos de cada tres comparten actitudes sociales y valores morales y sólo uno de cada dos tenían las mismas actitudes políticas y religiosas. 

Evidentemente, hay una mayor posposición del matrimonio debido a la comodidad que supone la convivencia en el domicilio paterno, pero también, por la mayor tolerancia hacia otras formas de vida en pareja. Para buscar la media naranja del matrimonio, los jóvenes valoran el carácter agradable y la inteligencia, como las principales cualidades. No obstante, el atractivo físico es mencionado en tercer lugar por el 50%, mientras que la educación y la cultura se quedan en el 48 y que sea trabajador/a en el 47%. Curiosamente, dos de cada tres siguen apostando por el matrimonio religioso, uno de cada siete por el civil y uno de cada diez por la unión libre.

Existen leves diferencias entre ambos sexos, pero sigue siendo la mujer la que está más inclinada hacia la celebración del matrimonio religioso. Según el estudio, el éxito del matrimonio se basa en la fidelidad, el mutuo aprecio, el respeto y la comprensión, la tolerancia y una relación sexual feliz. Los hijos se plantean más como apoyo o encaje interpersonal de la pareja que desde su dimensión reproductora. De esta forma se observa que se relativiza la importancia de los hijos y la de éstos como factor para la realización personal de la mujer. Dos de cada tres jóvenes no consideran imprescindibles a los hijos para que pueda realizarse la mujer. 

Las razones que justifican el divorcio son, por este orden, el comportamiento violento de cualquiera de los cónyuges, la infidelidad reiterada dentro de la pareja y la falta de amor, el mutuo acuerdo y el beber con frecuencia y de forma abusiva. Las mujeres mencionan con más frecuencia el comportamiento violento, el alcoholismo y la infidelidad mientras los hombres hablan más de la falta de satisfacción en la relación sexual.

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