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Blancanieves está inspirada en Diana Durbin

Al mago de Hollywood, le gustaba como a sus colegas nigromantes de la Edad Media, jugar con las estrellas. Y en la ciudad del cine, en aquéllas décadas doradas, las estrellas auténticas, las divinas, abundaban. Por eso Walt Disney se inspiró con frecuencia, y como él muchos de los miembros de su equipo, en los rostros más famosos de los años treinta y cuarenta, -a quienes llegó a presentar en algunos de sus cortometrajes con sus rasgos reales, para dar vida y movimiento a sus más famosos personajes animados. Siempre que pudo, solicitó su colaboración para que prestasen sus inconfundibles voces en la tarea de doblar a sus personajillos de ficción, repitiendo la experiencia con casi todos ellos ya que siempre fue fiel, hasta el final, a sus colaboradores. Walt Disney amó realmente a esas estrellas que, con él, siempre lucían los más hermosos colores del arco iris.

DIANA DURBIN

La hoy olvidada campesina y en sus tiempos famosos estrellita canora canadiense, ya había encandilado con sus 17 años a todos los españoles con Tres diablillos, Loca por la música, Mentirosilla y Reina a los 14 años, cuando Walt Disney la eligió en 1937 para inspirar a Blanca Nieves. Toda la secuencia de sus trinos con los pájaros en el brocal del pozo, está creada en su homenaje, aunque luego la sustituyó como musa otra chica de su edad, Marjorie Belcher, casada entonces con el animador Art Babbitt y que años después sería famosa como bailarina con el nombre de Marge Champion. Un compañero de baile de su escuela, Louis Hightower, fue elegido para el Príncipe encantador, porque a Disney «le gustaban sus musculosas piernas».

JOAN CRAWFORD

A los 34 años Joan Crawford ya era famosa cuando inspiró la madrastra de Blanca Nieves, «una mezcla de Lady Macbeth y del lobo feroz» según el propio Disney. Ante la imposibilidad de que ella misma se doblase por estar rodando Mujeres, Disney eligió para la causante de tantas pesadillas infantiles a la actriz teatral Lucille LaVerne. Joan Crawford, que también inspiró a Dragon Lady en el cómic de Milton Caniff Teny y los piratas, aparecía como «estrella invitada» en un corto famoso del Pato Donald, El cazador de autógrafos (1939). Aunque nunca se ha publicado, los rasgos de la madrastra, sobre todo en losprimeros planos, reflejan fielmente los de Greta Garbo, que daba uno de sus inconfundibles besos a Mickey en La gran gala de Mickey (1933) y figuraba también en Mamá Ganso va a Hollywood (1938).

LUANA PATTEN

La otra niña precoz de los Estudios fue la hoy olvidada Luana Patten, a quien Edgar Bergen cuenta la historia de El sastrecillo valiente (1938) uno de los mejores cortos de Mickey. Luana fue compañera de Bobby Driscoll en tres de sus películas para Disney y era además la predilecta de Walt para encamar a la protagonista de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas (1951). Este viejo proyecto tan acariciado por el maestro desde sus inicios en el cine, había dado su nombre a una serie de cortos a partir de 1923, donde mezclaba dibujos animados y la imagen real de una niña, encamada sucesivamente por Virginia Davis, Dawn O'Day y Margie Gay. Para el largometraje, Disney pensó desde el principio en Mary Pickford, años después en Ginger Rogers, pero cuando al fin decidió realizar la película íntegramente en animación, eligió, a Katharine Beaumont para encarnar a la chiquilla tan soñadora como realista en sus juicios. Otros dos actores le sirvieron también como fuentes de inspiración, Ed Wynn como El sombrerero loco y Jerry Colonna para El conejo de Marzo.

SHIRLEY TEMPLE

La niña prodigio de los tirabuzones tenía 5 años cuando inspiró a Caperucita Roja en Los, tres cerditos (1933) y el lobo feroz (1934) y aunque apareció en forma de caricatura en Mickey juega a polo (1936), su presencia más famosa fue como la contumaz admiradora infantil del Pato Donald en El cazador de autógrafos (1939), donde al final consigue la firma del irascible pato.

MAE WEST

La matronil Mae, prácticamente una desconocida en España en los años cuarenta, donde sólo , se habían estrenado Lady Lou y Noche tras noche, tenía la silueta, ademanes, voz y andares perfectos para inspirar personajes del zoo disneyano. Fue por eso la estrella más querida en los Estudios. Clara Cluck, la gallina primadonna doblada por Florence Gill, tenía sus rasgos, su boa de plumas, su «poitrine» desmesurada, sus caprichos. En su debut en 1934 en La gala benéfica de Mickey, canta «Lucía» y en La gran ópera de Mickey (1936) se atreve con Rigoletto. También luce plumas y un sombrero descomunal en su papel de Janny Wren en ¿Quién mató a Cock Robin?, un corto de 1935 que tuvo el honor de prestar una de sus secuencias a un momento crucial del Sabotaje de Alfred Hitchcook. 

Esta pequeña obra maestra, utilizaba también los rasgos de otros famosos para su drama ambientado entre pájaros, ya que Bing Crosby era Cock Robin y Harpo Marx El gorrión. En Juguetes rotos (1935) la caricatura de Zazo Pitts (la inolvidable intérprete de Avaricia de Stroheim) parodiaba a Mae con gracia, pero su más entrañable homenaje fue Cleo, el pez dorado de Pinocho, (1940), tan coqueto que incluso salta de su pecera para besar en los labios al ruborizado Pinocho y al Gato Fígaro, con quien apareció en otro corto, Fígaro y Cleo, (1943).

KATHARINE HEPBURN

Bo Peep, la pastorcilla que busca desolada a su corderito preferido, tenía los rasgos inconfundibles de Kathe en Mamá Ganso va a Hollywood (1938), donde también figuraban entre otros Charles Laughton, Fred Astaire, el niño prodigio Freddie Bartholomew, Spencer Tracy y Clark Gable, estrella también de Mickey, jugador de polo (1936) y El cazador de autógrafos (1939), con Bette Davis, Charles Boyer, Mickey Rooney y la propia Katharine Hepburn. El recuerdo de Clark Gable, el rey de Hollywood, está presente también Thomas O'Malley, en héroes de Los aristogatos y en Baloo, el amigo de Mowgli en El libro de la selva, inspirado parcialmente en Wallare Beery.

JAMES STEWART

Cuando el inoportuno manazas Goofy, debuta en el mundo de Walt Disney en el cortometraje La revista de Mickey (1932), James Stewart era un absoluto desconocido que acababa de debutar junto con otro principiante, Henry Fonda, Broadway. Pero en un extraño caso de simbiosis, Goofy y James fueron fundiendo sus personalidades con el paso de los años y no es difícil comparar los rasgos comunes del actor descubierto por la chismosa Hedda Hopper y el único deportista a pesar suyo de la cuadra Disney. Si Motor Manía' (1950) se hubiese llevado al cine de imagen real, sólo el gran Jimmie hubiese sido capaz de emular al gran Goofy.

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