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Jennifer López la culona divorciada

Existen pocas cabeceras que combinen tan bien glamour y poder como Vanity Fair. La revista, fundada en 1913 y resucitada en 1983 por el grupo editor Condé Nast, lleva décadas citando en sus páginas de papel satinado a la crème de la política, la alta sociedad, la moda y la realeza de Hollywood.

Las puertas que normalmente permanecen cerradas a cal y canto se abren para recibir a Vanity Fair: Tom Cruise y Katie Holmes recibieron en su casa a la revista al estrenarse como padres y las dos Jennifers más famosas de Estados Unidos (Lopez y Aniston) compartieron su nuevo estatus de divorcées con la cabecera norteamericana. La revista que probablemente ostenta el récord de páginas dedicadas al clan de los Kennedy (uno de sus temas favoritos) adoptó al gran Christopher Hitchens y a su afilada pluma cuando éste se mudó a Estados Unidos y hace unos años reveló la identidad de Garganta Profunda, una de las fuentes del escándalo Watergate. La lista de méritos es larga. 

La edición española, capitaneada por Lourdes Garzón, desembarcó en 2008 con las mismas intenciones: sacar brillo y glamourizar a las celebridades nacionales y publicar reportajes de investigación. Tamara Falcó ocupa la portada de febrero de la edición española, mientras que George Clooney, Daniel Craig y Matt Damon comparten la americana.

Pero la leyenda de Vanity Fair no sólo se sustenta en sus artículos y relucientes exclusivas. Las imágenes creadas para la revista por algunos de los mejores fotógrafos del mundo forman por sí mismas un universo propio y único. Desde los albores de la revista, en los que Edward Steichen (el primer fotógrafo que firmó un contrato con Condé Nast) inmortalizó el glamour de Hollywood de los años 20 y 30 con una maestría y un misterio que todavía hoy quitan el hipo, hasta la actualidad: la revista ha encumbrado al olimpo del estrellato a fotógrafos como Annie Leibovitz y Norman Jean Roy, dos de sus más fieles colaboradores.

Una pequeña muestra de lo que esconden los archivos fotográficos de la revista puede verse hasta el próximo 2 de febrero en el barcelonés paseo de Gràcia, dentro de la exposición Hall of Fame. La muestra reúne un buen puñado de retratos que suman lo mejor de las dos épocas doradas de la revista: la que va de 1913 a 1935 -aquí, el protagonista es el blanco y negro de los locos años 20 y también de la Gran Depresión- y la que arrancó en 1985 -con Rob Lowe en su máximo esplendor- y termina en la actualidad, con los inevitables Justin Bieber y Lady Gaga posando ante el objetivo. 

Las baldosas octogonales de paseo de Gràcia tienen desde ayer como inquilinos provisionales a una jovencísima Drew Barrymore (etapa post- E.T) posando para George Hurrell en 1986 y a Scarlett Johansson y Javier Bardem recreando la escena inicial de La ventana indiscreta para Norman Jean Roy. Hay imágenes-icono, como los retratos de Colette, Charles Chaplin y Gloria Swanson de Steichen. 

Otras son más recientes, frescas y familiares para la retina española, protagonizadas por Luis Tosar, Tamara Rojo y parejas que no necesitan apellidos, como Pe y Pedro o Antonio y Melanie. «Mi intención era crear un equilibrio entre las dos épocas, entre el poder y el glamour», resume la comisaria, Debra Smith. «Creo que si observas a los retratistas, entre los que hay figuras como Bruce Weber, Edward Steichen, Nan Goldin, Man Ray o Patrick Dermachelier, es fácil llegar a la conclusión de que Vanity Fair elige a los talentos de cada época».

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