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Amaia Salamanca tiene mandíbula de hombre

"¡Define lencería!". El imperativo es de Amaia Salamanca a la estilista, que le está adelantando el contenido de sus maletas: noche, pieles y joyas; lencería y transparencias. Y a Amaia se le hiela el gesto: "¡Define lencería!": lleva la actriz a sus espaldas un pudor como adolescente, y no puede con él. Amaia Salamanca (Madrid, 1986) nunca soñó con ser actriz ni parecido, sino peluquera o mujer de la limpieza (sic), y su pasión primordial era el fútbol, el atletismo y los juegos de chicos. Nunca imaginó ser actriz y hoy lo es, una actriz hecha a sí misma y al revés. 

En sólo cinco años, su rostro es uno de los más populares del panorama actoral. Era una chica normal, muy guapa pero nada princesa ni por ello presumida; normal, que estudiaba dos carreras en la universidad pública por convicción, pero sin vocación alguna: Derecho y Administración de Empresas. 

Se apuntó a una agencia de modelos para ganar su dinero o su independencia, sin mayor pretensión. Pero hete aquí que la cámara le estaba esperando. De la foto y la publicidad pasó a la televisión (SMS, Sin tetas no hay paraíso, Los hombres de Paco…), de ahí, al teatro (La marquesa de O: exitazo) y fue princesa, lo nunca soñado, en el telefilme Felipe y Letizia. Resultó que era un animal dramático, y ella sin sospecharlo. 

Enseguida la ficharon para el cine (Fuga de cerebros, la película española más taquillera de 2009): su popularidad crecía y crecía, y Amaia sin pretenderlo, aún tímida, porque es la timidez lo que subyace en el buen actor por esencia. Por último decidió aprender lo que tanto éxito le reportaba: cinco años interpretando a base de intuición, esfuerzo y valor. Se marchó a Nueva York a vaciarse de la fama y apuntarse en una escuela internacional de interpretación. Está de vuelta: en Madrid, en la tele (su nuevo éxito, Gran Hotel) y en el cine (Paranormal Xperience 3D). Que sus dioses la protejan.

Pregunta. Se sentía intrusa en el universo de la interpretación (Fuga de cerebros, año 2009). ¿Ya pasó?

Respuesta. Sí, ha pasado con el tiempo. Me sentía intrusa por la forma en que entré en la interpretación, pero a base de trabajar y unir unos proyectos con otros, que es la mejor escuela, he logrado sentirme de otra manera.

P. Ese mismo año se subió a los escenarios de teatro sin haber tenido escuela, autodidacta, ¿ha sido un animal de escena?

R. Sí, he sido autodidacta, pero (se sonríe) no sé si era un animal de escena. Después del primer casting en el que me cogieron para interpretar, yo ya sabía que la suerte no lo era todo y que tenía que trabajar para suplir la falta de formación. Así que me fui poniendo retos, y éste del teatro fue uno más.

P. Hay que ser valiente para hacer teatro sin haberse formado, y encima le salió bien...

R. Me salió bien, sí, porque estuve muy arropada por Magüi Mira, la directora, que confió mucho en mí, me eligió y me dijo: "Tienes que hacerme caso en todo". Y también los actores se portaron genial conmigo, y fui aprendiendo día a día.

P. El pasado año lo deja todo y se va a Nueva York. ¿Se fue huyendo del pressing del mal llamado periodismo del corazón?

R. No, para nada huí. Llevaba cinco años trabajando mucho y me apetecía irme y respirar, y volver a Estados Unidos, donde ya había estudiado un curso, y vivir len a ciudad de Nueva York. Tampoco fui a buscar trabajo: fue un momento de relax.

P. En Nueva York sí estudió interpretación. ¿Con qué escuela? ¿No es difícil aprender de nuevo a interpretar cuando uno tiene ya su propio método, cuando ha sido autodidacta?

R. Estudié en el HB Studio, que es muy internacional. Y no es difícil, se trata de sumar lo que a ti te ha servido aunque nadie te haya enseñado, con una enseñanza nueva. Empezábamos por la mímica para terminar delante de una cámara, cuando esto era algo que yo ya había hecho; pero me faltaba lo primero, la base.

P. ¿Se podría decir que ha hecho la carrera al revés?

R. Sí, empecé por tele, luego cine y teatro, y terminé en clases elementales de interpretación.

P. Y ahora, de vuelta en Madrid y de vuelta en la tele, ¿cómo va a soportar el peso de la fama?

R. No me agobia, he aprendido a llevarlo, a estar en el punto de mira y soportar que hablen de mi vida privada. Te resta privacidad, pero es el precio que hay que pagar por aparecer en una serie semanal que funciona. Que la gente te reconozca es como un premio al trabajo bien hecho.

P. Amaia, el enunciado de la pregunta es una ordinariez pero espero se lo tome con humor: ¿qué le debe a las tetas del paraíso, o sea a sus propios atributos…?

R. (Sonríe) Le debo muchísimo a esta serie, fue mi trampolín y la recuerdo con muchísimo cariño, por el personaje, el equipo y las amistades que me llevé.

P. Y ¿qué supuso interpretar a la princesa Letizia?, ¿tuvo alguna reacción por parte de ella?

R. No, ni antes ni después. El guión se envió a la Casa Real, y se supone que gustó porque lo aceptaron. Cuando me lo propusieron, en principio, a mí me pareció una locura, pero era de nuevo un reto. Y me tiré de cabeza. La vio muchísima gente, pero no tuve ninguna reacción de ella, lo que me pareció una pena.

P. La verdad es que se parece bastante a la princesa, incluso más al natural que en la serie.

R. ¿Sí? (se ríe). Ahora ya estoy tranquila, pero cuando estaba dentro del personaje no paraba de gesticular como ella, moviendo las manos todo el rato. Realmente tenía a Letizia dentro, hasta que por fin me la pude sacar.

P. Pues qué agobio, dormir con una princesa dentro. Ha dicho que reconocía haber llegado hasta aquí gracias a su físico, ¿tan poco valora su capacidad dramática?

R. Sé que el físico tuvo que ver, pero no lo fue todo. Es verdad que a mis 20 años yo era una niña rubita, de ojos azules y demás, que daba muy bien el look que estaban buscando, pero no por ser una chica despampanante ni parecido, sino porque coincidía con los requisitos del personaje. Yo no había hecho nada más que un par de videoclips, pero como te he dicho antes, la suerte llega una vez y luego hay que trabajarla, que es lo que he hecho desde entonces: soy muy trabajadora y muy perfeccionista, en todo.

P. ¿Cuánto le gustaría que le dieran un papel de fea, tipo la Virginia Woolf de Nicole Kidman, escondida su belleza tras una nariz postiza?

R. Es como si una estuviera obligada hacer ese papel de fea para que la tomen en serio, es algo que no entiendo. Siempre pongo el ejemplo de Charlize Theron en Monster: tuvo que ponerse horrible y gorda para que le dieran el Oscar que nunca le habían dado. Yo creo que lo importante es ir haciendo papeles diferentes, pero no lo vas a hacer mejor porque el personaje sea feo.

P. ¿Va siempre en busca de géneros distintos, de ahí que ahora la veamos en una de miedo?

R. Sí, intento hacer géneros distintos. Nunca había hecho nada de terror, pero no soy yo la que da miedo, soy una de las víctimas. Es de terror y algo gore.

P. ¿Pasó miedo rodando?

R. Bueno, mientras ruedas tienes que llegar a un estado emocional de terror que es bastante chungo, la verdad.

P. También es verdad que siempre le dan papeles de mujer dramática e intensa. ¿Qué tiene esto que ver con su físico?, ¿por qué cree que caracteriza tan bien este tipo de mujer?

R. Creo que no tiene que ver con mi físico, pero sí es cierto que son mujeres sufridoras y luchadoras, y este punto dramático se me da mejor que lo cómico, aunque tampoco lo he probado mucho. Sí, tengo facilidad para llorar y emocionarme.

P. ¿Y con su vida, qué tiene que ver?

R. Intento darle un poco de Amaia a cada personaje; no me considero sufridora pero sí muy luchadora por lo que creo. Me encanta luchar por las causas perdidas: si uno se queda con lo fácil no llega a nada más.

P. ¿Cómo diría que ha sido hasta ahora su vida?

R. No podría destacar nada malo sino todo lo contrario: he sido una mujer muy afortunada en todo, tanto en lo personal y familiar como en lo profesional, todo todo todo me ha ido muy bien. Me da hasta un poco de miedo, porque pienso que la vida es como una montaña rusa y en algún momento tendrán que venir los malos momentos. Éstas son las dudas que rondan mi cabeza.

P. No pensó ser actriz, ¿ni siquiera fue un sueño infantil?

R. No, nunca lo pensé; mi vida siempre ha estado más relacionada con el deporte, con el fútbol, con los juegos de chicos. Fui muy poco chica de muñecas, de pinturitas. De hecho terminé estudiando Administración de Empresas y Derecho.

P. ¿Cuál era ese sueño?, ¿cómo se veía de mayor?

R. Pues iba por etapas, hubo un tiempo en que quería ser señora de la limpieza, eso le decía a mi madre, y tuve también mi momento peluquera. Pero nunca supe realmente qué quería ser, y me matriculé en estas carreras sin vocación.

P. Era una niña guapa, ¿consciente o no de serlo?

R. (Se ríe fuerte) Nunca me he considerado ni guapa ni fea, como mucho atractiva, pero por mi forma de ser y expresarme con mis compañeros y amigos, porque con el resto soy bastante tímida. Si pienso que me quieren poner lencería y trasparencias me da una vergüenza…

P. Una niña guapa que jugaba al fútbol y a todo tipo de juegos machotes, ¿tiene muy pronunciado el lado masculino?

R. Sin duda tengo un lado masculino mucho más pronunciado, tal vez por lo que he vivido todo con mi hermano, siete años mayor: él me ha inculcado sus valores y hasta me gustaba usar su ropa. O tal vez sea una cuestión genética. Sigo jugando al fútbol siempre que puedo, y veo muchísimo deporte, y también he hecho mucho atletismo, pero ahora no tengo tiempo para entrenar a diario.

P. ¿Le tienen miedo los hombres? A los hombres no suele gustarles las mujeres fuertes.

R. Siempre he tenido muchas más amistades masculinas que femeninas, me llevo mejor con los hombres. Pero es verdad que a la larga este tipo de mujer segura asusta un poco a los hombres, porque siempre quieren ser el hombre de la relación.

P. Alguna vez ha reconocido que sufre grabando escenas de sexo, ¿esto también se ha curado?

R. No, soy muy pudorosa, me sigue costando.

P. ¿Qué siente al saber que aquella escena de Fuga de cerebros (el polvo sobre la mesa de la cocina) ya ha sido visitado más de 320.000 veces en la net?

R. Estas escenas me imponen en el momento de grabar, o si tengo que verlas con alguien; pero cuando ya está hecho y no tengo que compartirlo con nadie, se acabó, ya no es mío.

P. Volvamos a sus comienzos: no se le había ocurrido esto del cine pero le llega a través de su trabajo como modelo. ¿Trabajaba para costearse sus estudios?

R. No, lo hacía por sacarme un dinerillo, mis padres siempre me han dado la mejor educación. Estudié en un colegio privado y me matriculé en la universidad pública porque yo lo decidí.

P. ¿A qué se dedican sus padres?

R. Son ópticos. Mi madre se quedó embarazada de mí y la echaron del trabajo, y mi padre decidió montar una óptica. Así que siempre dicen que yo nací con una óptica debajo del brazo.

P. ¿Le gustaría volver a los estudios donde los dejó?

R. Sí, para estudiar nunca es tarde, pero se necesita tiempo.

P. He leído que tiene un lema de vida que me parece como poco sabio: 'disfrutar trabajando'. ¿Es éste su verdadero lujo?

R. Tengo otros lujos, pero es verdad que disfruto trabajando y aprendiendo el porqué de todo.

P. ¿De qué otros lujos disfruta o le gustaría disfrutar?

R. Los básicos: la familia y los amigos. No necesito grandes lujos, sino pocas cosas y buenas.

P. Suele decir que no le gusta la moda ¿cómo se siente haciendo producciones como ésta?

R. No me disgusta, a todos nos gusta que nos pongan guapos. Pero es verdad que me cuesta más posar que interpretar. Soy muy práctica para vestirme: unos vaqueros o similar, algo fácil, rápido y cómodo.

P. Tengo entendido que aún le queda un gran sueño por cumplir, que sería una película de acción en plan Angelina Jolie...

R. Tengo ganas de hacer un papel de acción, conduciendo motos, peleando o similar, pero hay muy poco cine de acción en este país y menos aún con una mujer como protagonista.

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