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La nutrición y la psique están relacionados

Diego de Olmedilla, autor del libro Adelgaza con el Método Thinking: No eres gord@, estás gord@ (Ed. Espasa) y creador de dicha dieta, explica que, a través de su fórmula de psiconutrición, de lo que en realidad se ocupan es "de la mala relación con la comida" que, según afirma, "en más del 90% de los casos, es adictiva". Por eso, en su centro –creado hace dos años y de momento con presencia solo en Madrid (aunque, dado su éxito, ya con planes de expansión a las principales capitales españolas)–, la terapia psicológica (tanto de grupo como individual) es el punto fundamental del tratamiento. 

Consultas con médicos nutricionistas y entrenadores personales completan un programa de un mínimo de tres meses, concebido, según De Olmedilla, "no solo para gente con obesidad o sobrepeso, sino para todo aquel que desee tratar su mal vínculo con la comida, aunque esté delgado". 

La psiconutrición es el gran pilar. Una disciplina que, como explica Teresa Muñoz del Toro, terapeuta del centro, "es un híbrido entre la psicología y la nutrición que indaga en las causas del comer emocional para identificarlas y aprender a controlarlas". Y es que, según la psicóloga, "en muchísimos casos no se come desde el estómago, sino desde la cabeza y, desde ahí, nunca hay saciedad. Se usa la comida como ansiolítico, analgésico, calmante, premio o puching ball; como forma de calmar un sentimiento o un estado de ánimo (cansancio, frustración, estrés, aburrimiento, mal humor...)". 

Aprender a detectar las emociones que nos empujan a asaltar la nevera es, añade la experta, "el paso clave para conseguir cambiar a fondo la forma de relacionarse con los alimentos". 

El problema se enfrenta como una adicción, ya que se está empleando la comida a modo de droga: un alivio inmediato pero momentáneo, al que se recurre una y otra vez, creándose un hábito difícil de romper sin ayuda. "No es algo racional, sino emocional: una reacción subconsciente, profunda y, por eso, cambiarla no resulta fácil", dice la terapeuta. Pero, cuando se persevera, ¡funciona!: "Lo primero es reconocer el problema. Luego, aprendiendo a detectar las emociones que conducen a comer de forma impulsiva, se logra controlarlo y romper el hábito desde la raíz".

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