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A Monica Bellucci le gusta despelotarse cada vez que puede

A pocas horas del inicio de la 57 Semana Internacional de Cine, rodeado por Sean Connery, Harrison Ford, Monica Bellucci o el Beatle George Harrison, que le contemplan en cuatro de las muchas fotografías que adornan su despacho, Javier Angulo (Bilbao, 1949) atiende a este diario.

Pregunta.- Habla de «encapsular» el festival y de «protegerlo». ¿Cuáles son las líneas rojas?

Respuesta.- No se puede renunciar a la esencia del festival. Por menos de una cantidad, estimada en 2,5M, no se puede hacer bien. Lo hemos hecho con 2M, pero nos ha costado mucho. Hay que hacer encaje de bolillos para que llegue el dinero y no se noten las costuras. Le pido al Consejo Rector que asegure al festival una cantidad mínima para hacerlo como hasta ahora. Si no mantenemos la esencia será un drama.


P.- ¿La estructura artística es irrenunciable, incluidos Punto de Encuentro y Tiempo de Historia?

R.- Absolutamente. Como otras cosas. Estoy orgulloso de haber creado 'Castilla y León en Largo', dando la posibilidad de que el cine de aquí, que pasa sus dificultades, pueda ser exhibido. También 'Castilla y León en Corto'. O las 'Aulas Abiertas' con Alberto Iglesias y Enrique Urbizu.

P.- Ya el año pasado dijo que bajar de 2,5M podría obligar a «hacer otro festival». ¿A qué ha renunciado?

R.- A nada de los contenidos. Por eso digo que si la selección no gusta no puedo echarle la culpa a la crisis. Me hubiera gustado traer Blancanieves y la de Trueba… Todos estábamos persiguiéndolas, pero los productores prefieren un Festival de Categoría A, como San Sebastián, que uno de Primera. En un 80% tenemos lo que hemos querido.

P.- ¿Eso no es una bilbainada?

R.- Hay limitaciones, claro. Hoy hay muchos más festivales internacionales en Europa de los que había hace 15 años, con presupuestos altísimos, muy apetecibles para los productores y los distribuidores. Todos quieren ir, con sus esposas e hijos, a Cannes, Venecia o a San Sebastián con La Concha y el Guggenheim tan cerca… La Seminci vende la capital de Castilla, una ciudad medieval encantadora, el mejor vino de España, y apela a sus 57 años de historia. Con eso estamos consiguiendo ponernos en el centro del mapa. El festival se había desdibujado, y ahora estamos en un momento pujante que hay que aprovechar.

P.- ¿Qué ha aportado Angulo para recuperar ese terreno perdido?

R.- Cuando llegué dije que este festival era la joya de la abuela, a la que sólo había que dar brillo y alegría. He querido mantener su apuesta por el cine de autor, pensando en los directores y en el gusto del público de Valladolid, e intentando no repetir las películas que ya han triunfado en otros festivales. Mi orgullo es que Von Trotta, Paskaljevic, Potter y otros directores han escogido Valladolid para estrenar en Europa.

También quiero dar espectáculo en la calle, porque la gente que no ha entrado en las salas acabará haciéndolo gracias a la alfombra roja. El público tiene que sentir que este festival no es para la elite. Aquí se proyecta de todo, y no hace falta ser un gran cinéfilo para disfrutar.

P.- Se juega el prestigio. Ya hemos visto como el director del Musac, por ejemplo, ha anunciado su marcha ante los recortes. ¿Pasará con usted?

R.- Pueden cambiar las cosas, pero he visto muy firme al Ayuntamiento para mantener el festival ante la crisis. Somos el acontecimiento cultural más importante de Castilla y León. ¿Algún político quiere pasar a la historia como aquél que le dio el candado a la Semana…?

P.- Mire a Cienfuegos, en Gijón, caído con ese giro provinciano que le ha dado el Gobierno de Cascos.

R.- Yo le quiero mucho e hizo una labor espléndida. Todos corremos ese riesgo. Al depender de entidades públicas estás al albur de quien manda. Yo siento un apoyo a muerte por parte de todos, se ve en el Consejo Rector. Nunca ha habido una injerencia. No tengo queja. Aquí se siente el festival como algo propio.

P.- Es una ventaja para usted, en un país en el que parece que el mundo de la cultura está bajo sospecha.

R.- Se ha dado una imagen muy mala del cine, siempre, como si sus gentes fueran niños bonitos que viven de las ayudas. Eso es falso. Las ayudas del Estado cubren, como mucho, el 15% del coste de una película. Y aquí todas las industrias están subvencionadas… ¿Cómo va a ser un problema que se ayude al cine, que es cultura y proyecta la imagen del país por el mundo?.

En Francia, desde 1950, uniFrance lleva el cine al margen de los ministerios, y allí las ayudas no dependen de los presupuestos generales: el 5% de cada ticket de taquilla revierte a un fondo nacional… En España, sólo se consume un 16% de cine propio, mientras que en Francia alcanza el 40%. Es algo que piden González Macho -presidente de la Academia de Cine- y los productores españoles: hay que crear esa figura para no depender de los presupuestos. Aquí, los ministros de Hacienda nunca han querido romper el concepto de 'caja única'…

P.- Ahora se enfrentan a Montoro y a Wert, que no tiene otra idea que subir el IVA cuando las salas están obligadas a realizar fuertes desembolsos para adaptarse a la era digital.

R.- Es un problema. Los costes son enormes para transformarse. El año que viene desaparece el celuloide y un proyector en condiciones no baja de los 80.000 euros.

P.- ¿Es un golpe al sector, justo cuando recoge más aplausos?

R.- Si no se echan atrás es un golpe muy duro, tanto para la producción como para la exhibición… Hablan de la crisis del cine español. ¿Cuál? Una cosa es la estructural, la del negocio que sí está en crisis, y otra la creativa. Nunca hemos tenido tanto éxito como ahora.

P.- Y la Ley del Mecenazgo... Parece que nunca la llegaremos a ver.

R.- Es una pena. Se habían creado buenas expectativas y a nosotros nos beneficiaba mucho. Invertir en un festival conllevaría una desgravación alta. Aquí nunca se ha superado el 18%, mientras que en Francia puede ser del 40%. Siempre nos encontramos con el ministro de Hacienda recortando los sueños. Es difícil encontrar capital privado que invierta en cultura, aunque sí lo hace en deporte. Nada ha cambiado desde los tiempos de Suárez, siempre chocamos con Hacienda.

P.- ¿Ha vivido el festival por encima de sus posibilidades?

R.- No. No teníamos problemas de financiación. Ahora el Ayuntamiento ha tenido que aumentar su aportación porque ha descendido la de la Junta, la Diputación y las cajas.

P.- Pero cuesta entender que una empresa privada (Telecyl), por dar soporte técnico al festival, se lleve más de 632.000 euros -en 2013 serán 962.000-, que es casi un tercio del presupuesto de la Semana y que casi iguala los 800.000 euros de los que vive un festival prestigioso como el de Gijón. ¿Es sostenible?

R.- Me encontré ese modelo al llegar. Hay que movilizar, al margen de nuestra estructura, a 150 personas. Ellos se encargan de los eventos…

P.- Es un tercio del presupuesto...

R.- Sí, pero hay que pagar muchos sueldos. Yo prefiero no tener que encargarme de algunas faenas. Llegué como director artístico y he acabado siendo un director con todas las funciones y por el mismo sueldo…

P.- Razón de más. Sorprenden esos desembolsos cuando usted tiene hasta que encargarse de buscar patrocinadores, tarea a la que dice dedicar el 50% de su tiempo.

R.- Pero esas cosas tienen que ser personales. La gran empresa, que ya es difícil que invierta, quiere que tú te comprometas como director, quiere visibilidad rápida, y mucha. No puedo dejar que otro negocie su presencia. Yo sé dónde están los límites. Aquí no podemos permitirnos un director comercial; eso lo hago yo. Ahora... No olvido el cine. Habré visto 320 películas este año.

P.- ¿Cómo ha sido la cosecha?

R.- Lo mejor que he visto son los documentales. La gente tiene la necesidad de contar lo que está pasando en el mundo. Historias humanas, de catástrofes, luchas sociales, conflictos culturales y de pensamiento… Y he visto películas que son joyas.

P.- ¿Qué titular le pondría a la Sección Oficial?

R.- 'El poder de las cineastas', con Deepa Mehta, Sally Potter, Margarethe von Trotta que es una figura de la época de Fassbinder… Y luego está Audiard, Paskaljevic, que si ganara superaría a Bergman...

P.- Prefiere una película que arrase y marque esta edición o un palmarés repartido como en 2011.

R.- El año pasado había muchas buenas películas que gustaron al público, a los críticos y al jurado. Prefiero que sea sólo una la que salga reforzada. No me gusta el reparto.

P.- ¿Un palmarés abierto puede hacer que los directores quieran venir a un festival tan 'exigente'?

R.- Hay que premiar lo bueno, no se puede caer en las compensaciones y la solidaridad. Al jurado le pido que no intente contentar a todos.

P.- Punto de Encuentro se ha convertido con usted en un espacio exclusivo para los directores noveles. ¿No es un riesgo? ¿No le resta valor?

R.- Antes era una especie de cajón de sastre. Lara creó Tiempo de Historia hace 20 años, y hoy no hay ningún festival que cuide tanto los documentales. Punto de Encuentro era aquello que sobraba de la Sección Oficial, las reposiciones… Prefiero ordenarlo todo y reforzar el mundo de los nuevos autores.

P.- ¿No es peligroso vincular el éxito del festival al número de espectadores, como hacen ustedes?

R.- Tenemos un 75% de cinéfilos fieles que viene desde hace más de 10 años y se ve tres pelis al día. Aquí se ve un cine diferente. Es la apuesta: el cine de autor. Es nuestro reto, mostrar un cine de sentimientos que haga recapacitar, pensar, que no deje impasible. Hablar de 60.000 espectadores es una forma de decir: 'Señores, si aman el festival, llenen las salas para mantenerlo'.

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