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Louis Zamperini el atleta torturado

"En sus marcas"… Un carcelero daba la salida a una carrera desigual, de una milla, entre un atleta aficionado japonés y un estadounidense muerto de hambre, de todas las enfermedades enfermo y día tras día torturado: Louis Zamperini. Era la primavera de 1944, según recordaba quien entonces partía en desventaja, y se acercaba el primer aniversario de su captura cuando le obligaban a correr bajo amenaza de mil vilezas, no sólo para él, también para el resto de prisioneros del campo de Ofuna, cerca de Yokohama.

Todo se había torcido en aquel accidente. Zamperini, teniente de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, había sido enviado, en pleno avance aliado en la Guerra del Pacífico, a una misión de búsqueda en el océano junto a otros 10 hombres, pero ni las condiciones ni los medios eran los adecuados. Los motores del avión que les fue asignado, una carraca que usualmente se utilizaba para transportar verduras y carne entre las islas de Hawái, apenas tardaron 100 millas en pararse e hicieron inevitable la dura caída al agua.

"Listos"… Él sobrevivió. Logró en los primeros instantes salvar dos botes e incluso contó con compañía, el piloto Russell Allen Phillips y el sargento Francis McNamara, aunque éste, histérico, hizo más mal que bien: la primera mañana se acabó todas las chocolatinas salvadas. Durante 47 días navegaron los tres sin rumbo, comiendo peces crudos y albatros, siendo disparados por aviones nipones y sobreviviendo a tiburones hasta que, ya fallecido McNamara, los encontró un buque enemigo y fueron enviados a una cárcel en las Islas Marshall.

Las primeras palizas fueron tremendas. En una contienda que ya advertía el desenlace, los guardias, especialmente Mutsuhiro Watanabe, apodado El Pájaro –luego en la lista de los criminales de guerra más buscados de Japón–, le golpearon con cinturones de metal o palos de kendo, le perforaron la piel repetidamente, hacían cola para patearle, le quemaron, apedrearon… pero un buen día llegó un general con información desde Tokio y descubrió a todos quién era.

Zamperini, un reconocido fondista, campeón universitario, atleta olímpico y con una marca en la milla de 4:08.3, por aquel entonces a menos de dos segundos del récord mundial del inglés Sydney Wooderson. Hijo de inmigrantes italianos, nacido en 1917 en Nueva York pero mudado de crío a California, se había sacudido sus problemas económicos en la adolescencia primero boxeando y luego corriendo hasta llegar a lograr una beca en la University of Southern California, ser seleccionado en el equipo nacional y hacerse un nombre en el deporte.

Clasificado por los pelos, fue enviado a los Juegos de Berlín 1936 a disputar la prueba de los 5.000 metros y aunque quedó octavo, asombró. Una última vuelta en 56 segundos le valió para un saludo animoso de Adolf Hitler aunque él, que primero devolvió el gesto, actuaría con desencanto: antes de irse, se aupó a un asta y descolgó una bandera con la esvástica. Al regresar se llevó el título de la NCAA de los 1.500 metros y se estuvo preparando con esmero para unos Juegos de Helsinki 1940 que nunca llegaron: la Segunda Guerra Mundial.

"Y ya"… A cambio, Zamperini logró ganar aquella abusiva carrera entre rejas y poco después recibió una oferta: si quería, podía vivir tranquilo, sin humillaciones y con comida. Pero no era una recompensa, era un chantaje. Quería el Ejército japonés utilizarlo como parte de su propaganda radiofónica, que se presentara como un traidor en las ondas y al negarse, fue trasladado a un nuevo campo, en Omori, cerca de Tokio, donde, para su desgracia, se reencontraría con Watanabe y su brutalidad.

Así hasta mediados de agosto de 1945. Entonces, tras arrasar Hiroshima y Nagasaki, su ejército lo liberó. Él tardaría más en hacerlo. Las pesadillas, mezcladas con alcohol, le amargaron la posguerra hasta que, a través del predicador evangelista Billy Graham, abrazó la religión y empezó a trabajar por el perdón entre los veteranos. Portó la antorcha olímpica en Nagano 1998 y en 2010 el bestseller Unbroken popularizó su historia hasta el punto que el próximo diciembre, dirigida por Angelina Jolie y escrita por los hermanos Coen, se convertirá en película.

Louis Silvie Zamperini, atleta, nació el 26 de enero de 1917 en Olean (Estados Unidos) y falleció el 2 de julio de 2014 en Torrance (Estados Unidos).

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