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Maribel Verdú adolescente

La que quizás era la película más esperada de la docena en liza cumplió a su paso por el Festival de Málaga. Dicho de otra forma, el largometraje de Gracia Querejeta 15 años y un día, protagonizado por Tito Valverde, Maribel Verdú y el joven Aaron Piper, superó la prueba mínima, que no es otra que demostrar un nivel que sobresalga con creces de la maltrecha media de la sección oficial. Sin ser un trabajo excepcional, este acercamiento a un terreno ya transitado por esta cineasta, como el de la adolescencia, se bastó del trabajo de sus actores y de ciertas aristas de su guión para presentar su candidatura al triunfo.

En este certamen es así, no hace falta un peliculón para que, tras haber salvado el expediente, ya se esté hablando de la cinta en cuestión como una de las favoritas. Sobre todo a estas alturas, con la recta final consumiéndose, y las quinielas aún con favoritos muy contados, dada la medianía de la mayoría de los proyectos. Con la inaugural Ayer no termina nunca y ésta colocadas en primera fila, y la posible sorpresa de Hijo de Caín rondando en el ambiente. Algo que, por nombres, era de esperar, pues ni Isabel Coixet ni la propia Querejeta dieron el petardazo que acompañó a la irrupción en el concurso de la tan comercial como poco solvente, Combustión, que tiró por la borda todas las expectativas creadas en torno a Daniel Calparsoro. Lo cual tampoco quiere decir que no vaya a ganar, porque en este palmarés también se producen a veces incomprensibles entelequias.

Pero aventurar premios es adelantarse a los acontecimientos y hablar de lo que aquí no toca. O sí. Porque, antes de cambiar de tema, no estaría de más señalar el papel que hace Tito Valverde en 15 años y un día como un aval más que firme para conseguir el galardón a la mejor interpretación masculina. No en vano, empezar hablando del personaje que borda no tiene por qué invertir las prioridades a la hora de destripar la propuesta de Querejeta. El trabajo de Valverde quizás sea lo mejor de la película. Sostiene sobre sus espaldas muchos de los momentos de la cinta, metido en la piel de un exmilitar que siempre tiene a mano una batallita relacionada con su paso por la Guerra de Bosnia.

Aunque, en verdad, tales vivencias sólo parecen un pegote insuficiente con el que presumir de galones mientras anda inmerso en una batalla realmente difícil. La que emprende contra la adolescencia, ante la conflictiva ‘edad del pavo’ de su nieto –Aaron Piper– cuando se lo pide la madre de éste, interpretada por Maribel Verdú, como una hija que ya sólo acude a él ante obstáculos extremos.

Era el reencuentro de ‘La Verdú’ con la directora madrileña de origen vasco, con la que repite tras la exitosa Siete mesas de billar francés. Aunque, al tratarse del certamen malagueño, el que estaba en la cabeza de muchos de los presentes, y de la propia Querejeta, no era este título sino otro de su filmografía. O sea, Héctor, que ganó este Festival allá por sus inicios, en 2004. Y ahí había un segundo reencuentro, que venía a ser el primero, porque la directora no tardó en recordarlo, sin olvidar la crisis actual: "Aquella también era una película sobre un adolescente, diferente a éste, aunque esta última es heredera de mis cintas anteriores, de esa forma de hacer cine que por desgracia está empezando a ser en este país una rareza".

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