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Roberta Armani es zamba

Hay quien piensa que, si mi tío es Giorgio Armani..., mi padre debe ser Emporio", bromea Roberta Armani (Bolonia, 1970) cuando irrumpe en el hall del Hotel Santo Mauro de Madrid. La estancia, profusamente decorada y tapizada, languidece ante la poderosa presencia de la directora Internacional de Relaciones Públicas de Giorgio Armani, que, alta, vestida de negro y con un envidiable melenón leonino, aprieta la mano del interlocutor y mira a los ojos con firmeza. 

Transmite confianza, don necesario si de meterse en el bolsillo a celebridades internacionales de la talla de Tom Cruise se trata. Leonardo DiCaprio, David Beckham (con quien los tabloides británicos llegaron a insinuar un romance, tajantemente desmentido por la interesada) o la princesa Charlene de Mónaco forman parte de su círculo de clientes y amigos, como "Álex González, Blanca Suárez o Miguel Ángel Silvestre". Con ellos departió en la fiesta de inauguración de la flamante boutique de Emporio Armani en Madrid, evento que la trajo por estos lares a principios de abril. "España es como mi segunda casa desde que vine por primera vez hace 15 años a recoger un premio en nombre de mi tío. Mi mejor amiga vive aquí."

Las firmas de lujo concentran sus esfuerzos en los países emergentes, ¿por qué se desmarcan?

ROBERTA ARMANI. En 2014 celebraremos el 40 aniversario de la marca, y para nosotros es muy importante apostar por España. Esta apertura –una de las 17 que proyectan este año– subraya nuestro compromiso con el mercado español, después de desligarnos de nuestros anteriores socios –las hermanas Zunzunegui, vínculo empresarial que terminó en 2010–. Es importante que las marcas apoyen a España e Italia. Somos como primos. Y, en ese sentido, mi tío es un genio, porque siempre ha diversificado el negocio, que abarca desde Alta Costura –la línea Armani Privé– al prêt-à-porter, pasando por jeans, cosmética y hasta hoteles [el segundo de los cuales, explica, acaba de abrir sus puertas en Milán], de manera que con 20 dólares en el bolsillo puedes comprar algo de Armani. Además, fue un pionero al abrir su primera tienda en en Hong Kong hace 25 años. Hoy, el número de establecimientos en Asia asciende a 200. Además, la vida son ciclos, y Europa recuperará el liderazgo.

¿Es el ‘made in Italy’, el saber hacer europeo, un arma ante la crisis?

Sí, es un activo importante. Tanto en Asia como en América enloquecen con nuestros artículos, porque valoran la artesanía, la genialidad a la hora de crear objetos tan bonitos como bien facturados. La calidad es un bien apreciado.

El afán por llegar a todos los rincones del planeta Giorgio Armani se traduce hoy en una empresa con más de 5.700 empleados directos, 12 fábricas y una red comercial compuesta por 751 establecimientos. Concentrado en diseñar hasta las fachadas de los hoteles –"mi tío nunca descansa, no existe el hombre después del trabajo", revela Roberta– es lógico que el überdiseñador haya procurado rodearse de un buen equipo. "Mi hermana Andrea se ocupa de las licencias –L’Oréal, en lo concertiente a perfumes y maquillajes; Fossil y Luxottica, en relojes y gafas, respectivamente– y nuevas aperturas; Silvana se encarga del diseño y yo, de la comunicación." La palabra sucesión no se pronuncia en el clan, en el que Roberta ejerce de "Marco Polo de la familia".

¿Cómo lleva sus continuos viajes, siendo tan familiar?

Me gusta volver donde mi tío y contarle qué música gusta a los jóvenes, hablarle de la gente que he conocido, plantearle nuevos retos. Él está siempre ocupado, así que soy como sus ojos en el mundo.

Por su trabajo, está más que acostumbrada a lidiar con famosos, ¿acaba convirtiéndose en su amiga?

Las estrellas de verdad son muy fáciles de tratar. Cuando la gente tiene seguridad en sus dotes es agradable y sencilla. Saben quienes son y no necesitan demostrarlo. Creo que yo les animo a mostrar su propia personalidad y ellos recurren a Armani buscando ropa que la realce, no que la eclipse.

A los 10 años, Roberta Armani ya sospechaba de la importancia en la industria de la moda del apuesto hermano de su padre. Cumplidos los 16 se incorporó de manera natural a la empresa, con un trabajo de verano en la sede de Emporio Armani en Nueva York. Allí fue consciente de la relevancia global de su tío, que en Estados Unidos es casi una deidad. "Cuando sabían de mi parentesco, querían tocarme", confesaba en 2009 a la periodista Susan Dominus. Su trabajo, plagado de glamour y celebridades, pero también de viajes transoceánicos, es estresante. Para desintoxicarse medita 10 minutos al día, esté donde esté. "Tina Turner me dio hace años un libro, The power of now, de Eckhart Tolle, sobre la importancia del presente. Deberíamos aprender de los niños. Viven al día y son felices".

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