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El modelo comercial de la ciudad está en riesgo

Esa es mi pasión y la de los empresarios a los que represento. Empresarios, sí; consumidores, también. No hablamos de cuenta de resultados. Somos el comercio de proximidad. Pequeñas empresas de autónomos que un día decidimos emprender, arriesgar y trabajar duro para cumplir nuestro sueño: abrir un comercio. 

Conocemos con nombres y apellidos a nuestros clientes, sus necesidades y sus problemas. Nos dejamos la piel para ofrecer el mejor servicio. Tú y yo, ese es nuestro idioma, ese es nuestro comercio, el que llena de vida las calles y representa el mejor modelo mediterráneo, el que nos gusta a todos disfrutar mientras paseamos por la ciudad.

Apostamos por un modelo que respete el equilibrio entre formatos comerciales. Ese modelo que ya tenemos y que más beneficia al consumidor, porque tiene una oferta más completa, diferentes opciones para elegir, por tanto, mayor competencia y más esfuerzo de todos por mejorar.

Y lo que se debate, lo que nos estamos jugando todos con la liberalización de horarios comerciales, es ese modelo comercial mediterráneo. Porque en el contexto actual, el presupuesto de las familias es el que es. Las compras del turismo (la gran excusa para la liberalización) no cubren ni el aumento de costes; y nosotros, pequeños y medianos comerciantes, no podremos afrontar nuevas contrataciones para abrir más horas y más días. 

Así, la escasa demanda se redirigirá hacia un formato comercial concreto, el gran beneficiado por la medida, perjudicando la libre y leal competencia entre formatos, al abocar al cierre a muchos comercios incapaces de competir en ese escenario.

Es un mal modelo. Sólo tenemos que mirar hacia a Madrid para saberlo. Llevan un año aplicándolo y la caída de ventas y pérdida de puestos de trabajo ya se reflejan en la estadística: el INE ha publicado que en agosto pierde más empleados que en toda España y las ventas se desploman muy por encima de la media. Este no es el modelo comercial que queremos los valencianos ni el modelo que merece el comercio y pedimos por ello al president de la Generalitat, Alberto Fabra, que reconsidere su propuesta.

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