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Banderas es un zorro

Gonzalo Silva Pérez y Raúl Reyes se convirtieron en las primeras víctimas de la zorromanía que amenaza con desatarse en México. El pasado martes y al grito de «soy el Zorro», su vecino David Colchado -influido por el mítico personaje enmascarado y por los múltiples tequilas que había ingerido- arremetió contra los dos sujetos, matando a Silva de un balazo e hiriendo a Reyes. «Se creía que era un héroe», dijo uno de los policías que participó en la detención del borracho.

El trágico suceso ocurre precisamente cuando en México se desata la pasión en torno a la película La máscara del Zorro, pasión que parece concentrarse en la figura del español Antonio Banderas, que junto a Anthony Hopkins, interpreta el filme que comenzó a rodarse esta semana bajo la dirección de Martin Campbell.

«¡Que lindo!», aseguraba embelesada una conocida presentadora de la televisión norteamericana -una más de las muchas que acudieron en tropel a la rueda de prensa que se ofreció antes de comenzar el rodaje- ante la presencia de Banderas. «Estoy rodando esta película porque pensé que me vería más sexy si trabajaba junto a Banderas», bromeó el laureado Hopkins.

Banderas es uno de los muchos galanes que han encarnado la figura del enmascarado justiciero. De hecho, La máscara del Zorro no es sino la más costosa de las 16 películas que se han filmado sobre el mítico espadachín que creó en 1919 el caricaturista estadounidense Johnston McCulley.

La primera cinta sobre el héroe, muda todavía, se rodó en 1920 bajo la dirección de Fred Niblo e interpretada por Douglas Fairbanks. De inmediato, La marca del Zorro se convirtió en un clamoroso éxito de la incipiente industria del cine.

«La historia original está ambientada en la California mexicana, todavía española, que pretendía obtener su independencia. El Zorro es no sólo un héroe justiciero, sino el principal enemigo de las autoridades del Imperio», explica el escritor y crítico Paco Ignacio Taibo.

En aquella primera versión, la máscara del Zorro se convertía en una suerte de varita mágica que trastocaba a «un personaje melindroso y casi amariconado», según dice Taibo, «en alguien invencible con la espada». El título de la película responde a la afición del enmascarado por arruinar la vestimenta de sus enemigos con una zeta que les marcaba con el filo de su espada. La repercusión de esta cinta suscitó una pronta réplica del cine sonoro, que eligió en 1940 a otro guapo, Tayron Power, para encarnar al Zorro.

Los mexicanos intentaron competir con la producción estadounidense un año después con lo más granado de su cine, aunque sin demasiada fortuna. Pedro Armendáriz, Emilio Fernández El Indio y la famosa cantante de rancheras Lucha Reyes protagonizaron El Zorro de Jalisco.

Salvo otra producción de Hollywood de 1974 que interpretaron Ricardo Montalbán y Gilbert Roland, las versiones del Zorro degeneraron en adaptaciones del tipo La marca del zorrillo o El zorro escarlata, de tono caricaturesco, que terminaron con un personaje enmascarado que se incorporó incluso al mundo del cine porno.

Ahora, Steven Spielberg parece decidido a resucitar al superhéroe en una versión en la que el Zorro -Anthony Hopkins- se presenta como un personaje un tanto madurito y cochambroso que tras 20 años de lucha contra el yugo español decide ceder la espada a un malandrín -Antonio Banderas- que se arrepiente de sus pecados y decide continuar la lucha justiciera del héroe.

«Mi personaje al principio no es el Zorro, pero va a sufrir un proceso iniciático. Es un bandido común al que mueve el sentido de dar más que de quitar y que va a cambiar la revancha por la justicia», explica Antonio Banderas.

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