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Representando el misterio

Estaba todo el país formado en la gran explanada nacional. Cerca de la tribuna los elegantes gastadores venidos directamente de Ferraz, escoltaban el palco/urna de las autoridades. Nos habían dejado en posición de descanso y de los uniformes de la gente guapa que ocupaban los primeros puestos, salían brillos de strás y medias de seda negras. Detrás, una legión de jóvenes con vistosos masters sobre sus cabezas moldeadas. Luego, en columnas de a tres, una clase media de uniformes grises, los sindicatos y sus huestes, el pelotón de los empresarios, las tropas llegadas de las zonas rurales y los que no estaban presos del moro en el sector pesquero.

Poco a poco en el palco/urna se iban acomodando los habituales del banco azul. Barrionuevo miraba de reojo a Serra, Serra no daba la espalda a Fernández Ordóñez pero Fernando Ordóñez hacía versos y declaraciones a la Prensa. Solchaga y Mariano Rubio (¿qué pinta aquí Mariano Rubio?) hacían un aparte mientras Borrell se escondía tras una bandeja de canapés. En estas andaban cuando el Presidente González hizo su aparición descendiendo de los cielos. Seria gritó ¡Firmes! pero le salieron dos gallos y el país no le oyó. Volvió a intentarlo y esta vez sí, todos a una sacaron pecho y dieron taconazos. Lo más florido de la gente guapa tiraba pétalos de rosa y entonaba canciones de paz y esperanza. Entonces González tomó la palabra y habló hermosamente de la gallardía de saber perder unas elecciones mientras se teñían de rojo escarlata las mejillas del amplio pelotón de interventores y tránsfugas. Luego dijo algo Serra, pero no se le entendió y tomó la palabra Solchaga anunciando las nuevas medidas económicas que fueron recibidas con vítores en las primeras filas y varios desvanecimientos así como un intento de insurreción en el resto de los formados.

Viendo el cariz que tomaba la cosa, se procedió inmediatamente al nuevo sistema de votación: la urna/tribuna se abrió y a pesar de todo tras una breve pero alegre carrerilla, uno a uno hasta no sé cuántos millones se fueron lanzando dentro de ella. Alcanzado el nivel gracias a que alguno se tiró dos veces, se dio por terminada la función.

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