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Vente por la izquierda

La sola presencia de Luis Gómez Llorente, ayer, en un mitin de zona de la coalición Izquierda Unida (IU) habrá hecho, sin duda, temblar los cimientos de la casa donde naciera Pablo Iglesias, en el número 68 de la madrileña calle de Ferraz. Aunque aún es pronto para intuir las consecuencias que en la izquierda española -socialista y comunista- puede tener la súbita reaparición política, después de una década de ostracismo voluntario, de un hombre admirado y respetado como pocos en el seno del PSOE, no dejan de sorprender que su regreso desde el silencio se haya producido en un acto de IU en el que participaron su compañero de lucha, Francisco Bustelo, y el dirigente de CCOO, Javier Doz, que comparte con Gómez Llorente el objetivo de lograr un enseñanza pública digna en este país. El regreso del dirigente socialista es, en cualquier caso, una muy buena noticia para la clase política española, necesitada de hombres como él que entienden el ejercio de la cosa pública como un medio y no como un fin, como un instrumento y no como una profesión, como una actividad temporal que, probablemente, es necesario abandonar cuando se intuye que puede contaminarla un exceso de pragmatismo.

Vuelve un marxista que disputó a Felipe González en el XXVIII Congreso del PSOE la primogenitura ideológica de la organización. Vuelve un útopico, en el sentido más noble de la palabra, que hace bien poco recordó a Javier Solana, cuando éste le impuso la gran Cruz de Isabel la Católica, los riesgos de no alzar la vista más allá de una legislatura. Vuelve el político que calificó de «socialcristianas» las resoluciones del último congreso del Partido Socialista. Vuelve el sindicalista que apoyó la huelga general del 14-D, en contra de la recomendación de su partido, y participó en la manifestación unitaria de CCOO y UGT que se celebró en días después.

Recordar que fue, junto a los Bustelo, Castellano, Puerta o López Riaño, el principal defensor de un «corpus» ideológico de inspiración marxista para el PSOE no es ahora inútil, como no lo es saber que situó a Felipe González ante una tesitura tal, que hizo a éste presentar la única dimisión que se le conoce, al final del famosos congreso ya citado. Tampoco debe ser ocioso insistir en que fue artífice e inspirador de la corriente izquierda socialista, de la que, actualmente, era su guía espiritual, el punto de referencia a quien se dirigían las miradas de los críticos en los momentos más difíciles.

Al margen de cuales sean las primeras valoraciones viscerales sobre su regreso, sin duda sus compañeros, los que ahora están fuera y los muchos que permanecen fieles a la disciplina socialista, encontrarán en su gesto de ayer un serio motivo de reflexión, y seguramente el presidente del Gobierno Felipe González, que ha mantenido intacto su respeto por la desaliñada figura de éste profesor alcalaíno, se preguntará el por qué de una vuelta tan por la izquierda.

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