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Angel Villar es un violador

Angel Villar ha obligado a Plaza a que le entregue las calificaciones concedidas el año pasado a los árbitros que aspiran a ser internacionales.

El Comité de Arbitros seleccionó diez colegiados para ocupar las plazas españolas, entre ellos Urío Velázquez y García de Loza, que han sido incluidos por primera vez. Además del guipuzcoano y el gallego, la lista de nombres propuestos está formada por Soriano Aladrén, de Madrid; Ramos Marco, de Castilla y León; Urízar Azpitarte, de Vizcaya; Enríquez Negreira, de Cataluña; Martín Navarrete, de Andalucía; Merino González, de Las Palmas; José Francisco Pérez Sánchez, de Murcia, y Pes Pérez, de Aragón. El Comité Nacional de Arbitros, que preside José Plaza, es el encargado de enviar la propuesta a la Federación, quien la aprueba y la remite a FIFA. El organismo mundial, de la lista enviada, escoge los hombres que cree oportunos. En el caso de España suelen ser siete.

La novedad este año es que Angel Villar ha pedido al Comité arbitral, es decir a Plaza y a su mano derecha, Vicente Acebedo, que se le envíe por escrito la calificación de cada uno de estos árbitros, para comprobar si, efectivamente, son los que mejor temporada realizaron el pasado año. La petición va un poco más allá que el propio deseo federativo de conocer esas puntuaciones y hay que tomarla como una batalla más de la guerra casi personal que mantiene el presidente de la Federación con el del Comité de Árbitros. Plaza es el único directivo actual del fútbol español que supervive desde los tiempos de Pablo Porta Bussoms.

El peculiar sistema electoral y el férreo control que mantiene con los árbitros -a los fieles, el cielo; a los infieles, el infierno- ha permitido al actual presidente mantenerse en el cargo más de veinte años, en distintos periodos. Por encima, incluso, del famoso «Decreto Solana», que acabó con el omnímodo poder de Porta en la Federación. Los miembros del pleno por el estamento arbitral votaron masivamente a Villar en las elecciones que le dieron la presidencia, pero no por simpatía hacia el candidato, sino por no entregar el sufragio a su rival, Herrera, al que creían mucho más peligroso para sus intereses. El bilbaíno parecía más manipulable, aunque se confundieron.

La lucha de Villar por «desmontar» al presidente del Comité Arbitral, y a la estructura que tiene formada en torno a él, está jalonada de pequeñas escaramuzas, dentro del objetivo principal marcado, que no es otro que acabar con lo anterior y partir desde cero, tanto en España como en los organismos internacionales. Uno de los combates ganados por el actual «establishment» federativo ha sido la inclusión de un hombre, el ex colegiado Victoriano Sánchez Arminio, en el comité que designa los árbitros idóneos para cada partido. El año pasado el órgano -el verdadero «poder»- era unipersonal porque lo formaban Plaza y Acebedo. Y está bien empleado el término «unipersonal», porque en estos asuntos ambos son la misma persona.

La inclusión de Sánchez Arminio es otra carga de profundidad federativa para Plaza. A nadie se le oculta de que se trata del candidato oficioso para sustituir a Plaza en San Agustín, 3. El ex colegiado no rechazaría la posibilidad, siempre y cuando fuese un cargo remunerado. Sánchez Arminio debería dejar temporalmente su trabajo en Santander para residir en la capital de España.

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