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Saturno se zampa a sus hijos

Cuenta esta novela los intensos y fugaces amores entre Luis, un marino viudo y a punto de cumplir los cuarenta, fascinado por Saturno, y Maite, una enfermera de 30 años, separada, a la que una aburrida noche conoce en un bar, cuando está a punto de volverse a embarcar, y a la que acaba identificando con el planeta. 

A partir de entonces, el mundo del marino -el telescopio por el que observa a Saturno, la cuadrilla, la familia, la mar...- se vuelve insignificante, pues Maite representa el futuro. La tragedia del protagonista consiste en que mientras él cavila y contempla el planeta, la realidad le toma casi siempre la delantera. Tras conocer a Maite y decidirse a llamarla, ella aparece sorprendentemente, cuando decide abandonar la mar lo mandan al paro y tras tomar la decisión de casarse con Maite/Saturno ella lo abandona porque no ha sido capaz de dejar la bebida. 

Saturno, una vez más, acaba «devorando» a los suyos: el protagonista parece ser Luis pero es Maite la que lleva la iniciativa de la acción. De su anterior novela, ¿Por que Pampox? (1.986), elogiamos la sabia mezcla de patetismo y ternura, el ritmo cadencioso de la prosa y el hábil triángulo que urde la autora para mostrarnos la intensidad del amor, el desamor y la lucha entre el reivindicar y el vivir. En Saturno todo parece quedar en embrión y uno tiene la sensación de que a la historia le falta intensidad, que el material no está aprovechado del todo. Arantxa Urretabizkaia ha elegido para sus relatos una dimensión compleja, que va más allá del cuento y quizá no acaba de ser una novela. 

Y no me refiero, por supuesto, al tamaño del relato, sino a lo que se cuenta, al ritmo de la prosa y a la utilización del lenguaje. Esto que en su anterior relato estaba bien solucionado, aquí no encaja. Por ejemplo, el «motivo» de Saturno no funciona del todo y la versión castellana (de Maite González y la autora) cojea más de lo debido.

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