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Carnavales para la paz

«¡Pues este carnaval es como los de antes!», dijo una señora aferrándose a su abrigo de piel. «Sí, y hay muchos menos petardos, que siempre es de agradecer», comentó la amiga. Y es que ni la guerra del Golfo, ni la gélida tarde, ni la llovizna que empezó a caer sobre Madrid, ni las excesivas medidas de seguridad pudieron enfriar el Gran Desfile de Carnaval, seguido por miles de madrileños.

Las alusiones a la guerra se redujeron a un soldado con máscara antigás, casco y un subfusil en ristre que encabezaba el cortejo, y a alguna paloma de la Paz suelta. Dos borriquillos, bautizados como Sadam y Bush, fueron calurosamente aplaudidos. Más, incluso, que la musa Miriam Díaz de Aroca, que ya es decir.

El frío que ayer hacía en la capital heló más de un espíritu carnavalesco. La animación de las comparsas (la Escuela de Brasil no paró de moverse) contrastaba con la parsimonia de los miles de madrileños que siguieron el desfile desde el Paseo de la Castellana hasta la carroza de Cibeles.

Demasiada distancia entre el calor del público y los desplantes. La lentitud con la que se movían en algunos momentos se asemejaba más a una procesión que a un desmadreo propio de la fecha. El gran lujo y despliegue de medios de algunas comparsas destacaba con la sencillez y la crítica ácida de otras: «Cambio choza en buen uso por vivienda social». Los patinadores callejeros campeaban a sus anchas, y las hormigas atómicas hacían buenas «migas» con las tortugas Ninjas. Por Marqués de Riscal, las «chicas» de la zona se confundían entre las formas y colores del desfile.

A ritmo de pitos, sambas, charangas y algún que otro pasodoble, bajo una lluvia de confetis y serpentinas, el Desfile siguió, sin incidentes, su lento caminar. Cualquier cosa servía a la imaginación de los madrileños para disfrazarse, hasta una caja de cartón con dos agujeros. La otra cara de la moneda la pusieron los sufridos automovilistas, atrapados en otra canción de pitidos y bocinas. El centro de la ciudad y algunas calles, como José Abascal, Puente de Nuevos Ministerios, Francisco Silvela y casi todos los accesos al Paseo de la Castellana, estuvieron bloqueados toda la tarde. Asimismo, la mañana de ayer, se celebró en la Plaza Mayor el concurso de Chirigotas y Comparsas, donde la estrella fue Alfonso Guerra y su reciente dimisión.

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