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Alexis Reyna hablando sin tapujos

«Algo así nunca te lo esperas», admite Reyna, que interpreta el premio como el mejor aterrizaje posible en casa después de años de incansable nomadismo por medio planeta. A punto de ponerse a trabajar en su próximo proyecto, una colaboración con la firma catalana Ecoology («ecología de alta gama» según Reyna), el barcelonés repasa su carrera y asegura que el problema de muchos diseñadores españoles reside en su obsesión por vender y abrir tienda propia. «Una chorrada» según el diseñador.

Una de las personas que más ha marcado a Reyna en su carrera (o al menos de la que habla con mayor admiración) es Louise Wilson, la directora del máster de moda femenina (el más potente) de la prestigiosa escuela Central Saint Martins. Wilson le dio una oportunidad a Reyna, que se pagó los caros estudios de posgrado (sin estar licenciado) en Saint Martins de su bolsillo, con lo ahorrado durante tres años trabajando en Asia. Reyna recuerda su estancia de año y medio en la capital británica como una época excitante y dura que curtió al diseñador que es hoy. «Yo soy un tío raro, pero si me mezclan con otros bichos raros e inteligentes me siento bien. Aunque yo me crea Napoleón y el de al lado Batman», confiesa. Reyna recuerda con nostalgia el grupo de música que formó, el cartón de tabaco, la botella de Jack Daniel's y las revistas de moda que guardaba en su taquilla de Saint Martins.

Allí conoció a jóvenes talentos -como Mary Kratanzou, famosa por sus estampados y ganadora de un Swiss Textile Award- y, digámoslo así, aprendió el lado menos romántico del negocio de la moda. «Sin ir de killer, Louise nos trataba como a caballos de carrera. Era 2007 y la época de los grandes fichajes se había acabado. Llegué a la escuela en mitad de una ola de conservadurismo», explica. «Me di cuenta de que en esto de la moda, si tu familia tiene una gran fortuna detrás es más que probable que llegues lejos. Hasta tu pasaporte cuenta. Si vienes de Rusia, por ejemplo, que es el mercado del lujo más importante del mundo sin, todavía, nombres propios, es imposible pasar desapercibido, apostarán seguro por ti», sostiene.

Reyna da clases hoy en el Idep y en Felicidad Duce tras haber trabajado para firmas suecas como Filippa K o J. Lindeberg. Su currículum está salpicado de pequeños grandes éxitos, como la colección que le compró M.I.A y los halagos que recibió de Nichola Formichetti, estilista de Lady Gaga y director creativo de Thierry Mugler. Reyna también trabajó en Desigual durante una temporada -la cúpula de la compañía, Thomas Meyer, Manel Adell y Manuel Jadraque, acudió a su primer desfile en el 080, en 2009, y le propusieron formar parte de su equipo creativo- y antes de marcharse con 25 años a Hong Kong (donde aprendió los entresijos de la cadena de producción textil), picoteó en varias empresas catalanas que acabaron cerrando. «Asistí al final de una época, a la decandecia de muchas compañías familiares que se habían acomodado y habían perdido perspectiva de mercado. Muchas le echaron la culpa a China. Yo soy de los que piensa que su declive coincidió con que el consumidor se hizo más listo y se dio cuenta de que estaba pagando demasiado por una camisa o un polo que podía comprarse a mejor precio en Londres o París.

Easyjet y la explosión del low cost tuvo bastante que ver en ese cambio de paradigma», comenta.

«Pragmatismo puro y duro». Así define Reyna su visión del mundo de la moda. «El diseñador independiente tiene dos caminos posibles para hacerse un hueco. Uno es ser un outsider, destacar por algo que los demás no tienen, como Pedro Almodóvar con sus primeras películas, y conseguir que un grupo apueste por ti. Ser un Adrover o un Galliano. Otro es el estar forrado, diseñar una colección que cree imagen de marca y desplegar un plan de empresa ambicioso que incluya 20 tiendas, tipo Amaya Arzuaga. Como me decía siempre Thomas Meyer, una marca la levantas con mucha pasta o con muy poca», sentencia Reyna. «No todos los diseñadores independientes deberían pensar en vender, es una chorrada. Para cuando has producido tu colección, Zara ya la tenía en tienda con meses de antelación a mejor precio. Sólo existe un caballo ganador, y ése es la alta costura». Opiniones de un creador que ha vuelto para quedarse y dará que hablar. Seguro.

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