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El jefe de Endesa

Feliciano Fuster siempre será recordado por su poblada barba blanca, su mirada felina y firmeza en sus planteamientos de empresa. Jamás perdió el control por las críticas que siempre recibió por presidir, en su día, el mayor grupo eléctrico público, Endesa, y gozar de una serie de privilegios que las eléctricas privadas no disponían.

Su principal opositor, Íñigo de Oriol, le acusó en más de una ocasión de llevar las riendas de una empresa que se gestionaba con el Boletín Oficial del Estado y que las tarifas se hacían siempre «para beneficiar a la empresa pública». Esos ataques le llevaron a ambos a mantener más de una pelea dialéctica en el Ministerio de Industria y en la patronal Unesa. Fuster no soportaba que el entonces presidente de Iberdrola le acusase de presidir una compañía a quien los gobiernos de turno le aseguraban los beneficios.

El soltero de oro, como los periodistas del kilovatio le definíamos, vivía por y para su trabajo en Endesa. Ni siquiera después de su jubilación este ingeniero industrial, doctorado en Barcelona, dejó de preocuparse por la empresa de su vida. Retirado en su querida Mallorca, en la actualidad era presidente del consejo asesor de Endesa Baleares. Quienes le conocían de cerca afirman que, hasta caer enfermo, nunca dejó de asistir a diario a la compañía. Hace tres meses, le diagnosticaron un cáncer de colon, la causa de su fallecimiento a los 87 años de edad. 

Pese a estar siempre ocupando cargos durante toda su vida, fuentes próximas aseguran que no disponía de muchos recursos. Desinteresado de lo material, no gozaba de un plan de pensiones y fue el actual presidente de Endesa, Borja Prado, quien, al conocer la situación, se ocupó de que a Fuster no la faltase ningún tipo de atención. Estas mismas fuentes aseguran que su bedel de toda la vida iba a diario a visitarlo a su domicilio. 

Defensor a ultranza del sector público, se le consideraba el factótum del grupo Endesa, ahora en manos de la eléctrica italiana Enel. Hábil negociador y buen encajador de golpes bajos con la competencia, llevó todo el peso de la creación del que fuera mayor grupo eléctrico del país. 

Su forma particular de dirigir la compañía le provocó en no pocas ocasiones más de un enfrentamiento con los ministros de turno de Industria y Energía, bien fueran del PSOE o del PP. En su día, el socialista Juan Manuel Eguiagaray, ex ministro de Industria, llegó a decir a Fuster que «antes que gestor hay que ser político». Y es que este mallorquín de pura cepa nunca se consideró afín a ningún partido político. Por eso en más de una ocasión tuvo que morderse la lengua y aguantar las críticas de sus ministros.

Aun así, congenió y tuvo siempre el respaldo de los gobiernos de turno. Cuando se produjo la famosa OPA de Endesa sobre Sevillana de Electricidad tuvo el apoyo expreso de Luis Carlos Croissier y Claudio Aranzadi, ex ministros de Industria con el PSOE. Endesa se apoderó en 1997 de la eléctrica andaluza y de la catalana Fecsa, una operación por la que Fuster recibió entonces duros ataques de la propia Junta de Andalucía, que interpretaba la compra como una nacionalización encubierta. Feliciano Fuster y Fernando de Ybarra, presidente entonces de Sevillana de Electricidad, llegaron a retirarse incluso la palabra. Después, la sangre no llegó al río y acabaron siendo muy buenos amigos. 
Por esa misma razón, ser la mayor eléctrica del país, también Endesa fue en su día la primera empresa que arrimó el hombro para evitar que la compañía catalana Fecsa fuera a la quiebra. 

Defensor a ultranza de los intereses públicos, Fuster llevó muy mal que la compañía fuera perdiendo poco a poco su carácter de empresa estatal y que tanto el PSOE como el PP utilizaran Endesa para hacer caja privatizándola y sacándola a Bolsa. 

Enamorado de la energía, no sólo fue el artífice de la gran Endesa. Defendía que el sector necesitaba una planificación constante y que tenían que estar permanentemente en transformación. Por eso apoyó la idea que en los años 80 le propuso el PSOE de crear dos gigantes energéticos. Uno petrolero que pivotase en torno a Repsol, y otro eléctrico que girase en torno a Endesa, pero con otras dos patas. De ahí surgió precisamente la idea de que Endesa, que ya mandaba en Gesa, Viesgo, Enher, y ERZ, se hiciera con el control de Sevillana y de Fecsa. Una segunda pata eléctrica lo formarían Hidrola e Iberduero, naciendo así Iberdrola. Y una tercera con Unión Fenosa e Hidrocantábrico.

Después de Endesa, Mallorca era su gran pasión. En sus años al frente de la eléctrica, todos los viernes viajaba a su isla favorita para estar cerca de su madre, Dolores, a quien adoraba.Tenía ideas profundas y jamás dejaba las cosas a medias. Cuando murió su madre, llevó corbata negra durante varios meses. Le apasionaba la lectura y navegar en su pequeño barco. En la madrugada de ayer lunes, a las 2.00 horas, Feliciano Fuster cogió su último bote para visitar a sus ex colegas Julián Trincado, Íñigo de Oriol, Fernando de Ybarra y Luis Magaña. 

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