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Demi Moore se ha tirado al barro

Ha vuelto a ser demasiada presión. Sí, son ricos y famosos, pero de puertas para adentro sufren y padecen como el resto, sucumbiendo sin remedio al acoso mediático y al qué dirán de la industria y de sus círculos más cercanos.

Por eso Demi Moore se unió el lunes por la noche a la larga lista de ingresadas en un hospital de urgencia por serios problemas con las drogas y otras sustancias, afectada, dicen los rumores y el sentido común, por su reciente divorcio del actor Ashton Kutcher. 

La noticia no fue fácil de digerir para la actriz de 49 años, acostumbrada a una sana relación de pareja, a ser la reina de las redes sociales junto a su popular marido, y a dejarse ver en un buen número de fiestas de postín en perfecto estado físico y sentimental. Al anuncio de ruptura definitiva le precedió una cascada de relatos escabrosos sobre la noche de su último aniversario, aquella que Kutcher pasó, no en sus brazos ni en un restaurante romántico, sino en una habitación con jacuzzi de San Diego y rodeado de varias chicas, algunas ligeras de ropa y otras en pelota picada, con las que acabó por hacer más cosas de las estrictamente reglamentarias de acuerdo a los cánones del santo matrimonio. 

Lo contó Sara Leal, su amante a las seis de la madrugada, con todo lujo de detalles a una revista del corazón estadounidense. Kutcher, pasado de copas y después de mucho roce con otras chicas en el jacuzzi, se la llevó a su dormitorio, se quitó la toalla y tuvo sexo con la joven texana, una secretaria que había conocido poco antes. 

Leal explicó que Kutcher le había asegurado que lo suyo con Moore estaba mal y que estaban en fase de separación, lo que la convenció a seguir hasta el final aquella noche. 
Ese relato fue el preludio del anuncio de Moore a los medios. «Son momentos difíciles para mí y para mi familia, así que pediría la misma compasión y privacidad que darías a cualquier otra persona en una situación similar», señaló entonces la protagonista de Ghost. 

Y hasta ahora, cuando, después de volar bajo el radar y huir de las cámaras, ha vuelto a ser noticia por su traslado urgente a un hospital por el citado abuso de sustancias. De acuerdo al portal TMZ, que fue el primero en dar la noticia, la intérprete de Una proposición indecente y Algunos hombres buenos fue atendida por paramédicos en su casa de Los Ángeles a eso de las 22.45 de la noche. 

Después fue trasladada a una clínica cercana, donde permaneció ingresada desde entonces por un problema de «cansancio», de acuerdo a la versión de su representante. «Debido a las tensiones de su vida en este momento, Demi ha elegido buscar ayuda profesional para tratar su agotamiento y mejorar su salud en general. Tiene ganas de sentirse mejor y agradece el apoyo de su familia y amigos». 

Una escena que transcurrió mientras el presunto causante de la crisis emocional, el protagonista de Dos hombres y medio, se corría una juerga en Sao Paulo. Kutcher fue captado por los paparazzi en una discoteca de la urbe brasileña, a donde acudió para asistir a un concierto de Bruno Mars. Y para remate, colgó unas fotos en su cuenta de Twitter «haciendo surf» en las calles de la ciudad tras un poderoso aguacero. Como era de esperar, su representante no ha querido comentar la jugada. 

Pero no todo parece ser culpa de la inconsciencia de Kutcher. Otros atribuyen el delicado estado de Moore a la consabida y cruel decadencia que acompaña a las actrices de cierta edad en Hollywood. De ser intérprete de primera fila en los 90, al menos en lo que a contratos se refiere, Moore ha pasado a moverse en otra dinámica, abocada a papeles secundarios y a cintas de escaso tirón comercial. El año pasado solo tuvo que ver con dos películas, la notable Margin Call y el drama Another Happy Day, de Sam Levinson. 

Ya lo reconoció la propia actriz en una entrevista con EL MUNDO en Los Ángeles, con ciertas dosis de humildad y aceptación. «¿Me estoy llevando todos los papeles como primera opción? No. ¿Me disgusta? No. ¿Es distinto? Sí. Me empuja a ser más consciente de mí misma y me da la pauta para luchar más duro por conseguir lo que quiero». Lo que no esperaba era el golpe sentimental. Eso, tarde o temprano, acaba por llegar en la inestables y promiscuas aguas hollywoodienses.

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