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Fraude es el resultado oficial.

¿Qué habría pasado si no hubiera habido fraude electoral en Rusia? ¿Habría perdido la mayoría absoluta el partido en el poder encabezado por Vladimir Putin? ¿Cuál habría sido la correlación real de fuerzas dentro del Parlamento?

«Las cifras oficiales de Rusia Unida rondan el 50% de los votos. Si tenemos en cuenta las falsificaciones, que superaron el 20%, el total para la Federación no supera el 30% de votantes que acudieron a las urnas. Si, además, consideramos que la participación fue del 50-55% [60%, según los últimos datos], eso significa que sólo el 15-16% de la población apoya a Rusia Unida. En otras palabras el régimen de Putin es un régimen en minoría». Así de clara y contundente se expresaba ayer Lilia Shevtsova, una de las politólogas más conocidas y respetadas de Rusia.

¿Y cómo sabe Lilia Shevtsova que el fraude llegó al 20%? «En las elecciones al Parlamento regional de 2009 ya llegamos a la conclusión de que las autoridades habían metido esa cantidad de votos en favor de Rusia Unida», aclaró la experta.

La confirmación oficial de que el amaño ha sido muy evidente vino ayer de la mano de los observadores internacionales que supervisaron la consulta. Expertos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) denunciaron que la campaña estuvo marcada por «una competitividad política limitada y la falta de justicia».

Su informe preliminar fue más lejos todavía. «La votación estuvo bien organizada, pero la calidad del proceso se deterioró considerablemente durante el recuento de los votos, que se caracterizó por violaciones frecuentes de los procedimientos, incluyendo serias indicaciones de relleno de urnas», indicaron. «Veinte años después de la caída de la URSS, la primavera de la libertad ha sido muy breve en Rusia y la democracia está ahora en puro invierno», declaró Jesús López-Medel, observador español de la OSCE.

La Comisión Electoral Central, sin embargo, indicó que no había detectado ningún fraude «notable». Tampoco daba su brazo a torcer Dimitri Medvedev. «Los comicios han sido honestos, equitativos y democráticos», dijo el presidente.

En la plaza Lubianka, donde se encuentra la Comisión Electoral Central y la sede del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), cientos de manifestantes cortaron el tráfico y protestaron contra el fraude. La policía antidisturbios intervino, con el resultado de más de 300 detenidos, según la agencia Itar-Tass.

«Las manipulaciones fueron tan burdas que se pueden encontrar sin problemas en internet», insistió Shevtsova desde su despacho en el Centro Carnegie de Moscú. «Y esto deslegitima a Putin y complica las posibilidades de controlar la situación de cara a las elecciones presidenciales de marzo».

Rusia Unida consiguió oficialmente el 49,5% de los votos, lo que se deriva en 238 diputados frente a los 315 que obtuvo hace cuatro años. Eso significa que ha perdido 14 millones de votos. Siempre según los datos de la Comisión Electoral Central.

Los comunistas, afianzados en la segunda posición, ya han anunciado que pondrán una demanda ante el Supremo para protestar por lo que consideran una mascarada. El Partido Comunista casi ha doblado su apoyo popular, con el 19% de los votos, y eso le da derecho a 92 actas de diputado frente a las 57 que tenía. Para Shevtsova, no es sorprendente que tantos jóvenes hayan otorgado su confianza a la formación de Guenadi Ziuganov, un antiguo apparatchik que supo recoger las cenizas del PCUS tras su ilegalización en los 90. «Eso es un mito electoral. El crecimiento del Partido Comunista en las urnas no significa que la gente quiera volver al comunismo, incluso a cualquier forma de socialismo. Ese voto entre los jóvenes es un voto contra Rusia Unida. No en favor de Ziuganov. Es la voz del descontento, de la desesperación contra la parálisis», enfatizó.

«El actual drama ruso», añadió la profesora, «es que no hay alternativa a Putin: ni Ziuganov, ni [el populista] Zhirinovski ni el resto son oponentes capaces. Pertenecen a una generación más vieja, están desacreditados y algunos rusos los miran como payasos». El verdadero adversario se llama Boris Nemtsov, viceprimer ministro con Boris Yeltsin a la edad de 38 años, quien «representa a las nuevas generaciones».

Nemtsov y el ex primer ministro Mijail Kasianov forman parte del Partido de la Libertad Popular, recién creado pero que no pudo registrarse a las elecciones a la Duma al no cumplir ciertos requisitos de la Ley de Partidos Políticos, lo que provocó incluso una resolución de protesta del Parlamento Europeo.

«La ausencia de alternativa al Kremlin está llevando a la sociedad rusa a una profunda crisis, a una creciente frustración, a una parálisis del poder», advirtió la analista. «Eso significa que va a producirse un movimiento de explosión social, una revolución con tumultos incluidos. Puede que no sea hoy, ni el año que viene, pero se producirá más pronto de lo que pensamos. Ese movimiento social traerá gente nueva que puede ser temeraria, disidente, autoritaria, peligrosa para Rusia».

Cree Shevtsova que la mayor parte de la culpa recae en el pueblo ruso. «La sociedad está dormida y roncando. Votamos por Putin pensando que nos daría estabilidad y bienestar. Occidente, por su lado, es culpable de ser benévolo con Rusia y ha convertido al país en impredecible». El 24 de septiembre fue el comienzo del declive de Putin, según la politóloga. Ese día Putin decidió volver al Kremlin y Medvedev le cedió el timón.

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