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Dias de guerra.

Ahí está, como uno de esos creadores que vivían en el centro de un fragor desde su mundo callado. José Moreno Villa, silencioso y abundante, abriendo senda a su manera para esa Generación del 27 que se multiplicaba con un fervorín de cosas nuevas por decir, sin dios ni amo.

Pertenece Moreno Villa (Málaga, 1887-Ciudad de México, 1955) a esa genealogía de hombres que entiende su obra como una más de las formas de su sangre. Y está en el mundo (la cultura) como desplegando un atlas para ver todos esos sitios que aún quedan por andar. De la poesía a la prosa, del dibujo a la pintura, del cuento al teatro, del artículo al ensayo.

Nombre principal de la Generación del 14 (junto a Ramón Pérez de Ayala, Ortega y Gasset, Gabriel Miró, Corpus Barga...), fue luz de costa de aquella Residencia de Estudiantes en la que se armó el cuerpo extraordinario de la denominada Edad de Plata. Esa década ensanchada que limitaba al norte con Ramón Gómez de la Serna y al sur con Juan Ramón Jiménez. Allí donde los cachorros del cine, la poesía y la pintura perdieron los dientes de leche: Lorca, Buñuel, Dalí... Y con ellos el otro costado luminoso de los jóvenes creadores: Alberti, Cernuda, Gerardo Diego (algo más lejos), Dámaso Alonso, Aleixandre, Guillén, Salinas... De algún modo, todos a la sombra de aquel José Moreno Villa que hoy viene más en claro con la publicación de Memoria (Colegio de México y Residencia de Estudiantes), un volumen que reúne sus textos autobiográficos en edición de Juan Pérez de Ayala.

Libros y prosas que recorren el porqué de los afectos y obsesiones del autor de Vida en claro -libro esencial de memorias-, pero también folios aún inéditos de las atenciones y andanzas de un escritor y pintor que quedó oscurecido en los panales académicos donde se formaliza (y tantas veces se malversa) la historia de la literatura y del arte.

Entre ese largo legado, hasta ahora a la sombra, que permite descubrir esta edición figura el conjunto de prosas que conforman Escritos sobre la Guerra Civil española. Testimonios de primera mano, escritos entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, de quien asistió desde el centro de Madrid al clarear del golpe militar y a su posterior gangrena.

«Estos textos han permanecido más de 70 años en el archivo de Moreno Villa. Y ahora tenemos la oportunidad de publicarlos», subraya Pérez de Ayala. «Y no es lo único inédito que queda de este singular creador».

En la prosa diarística de Escritos sobre la Guerra Civil crece una voz desconcertada que desde el Palacio Real, donde era director del archivo, empieza a tomar la medida a lo que sucede: «Es sumamente difícil ponerse a escribir bajo una presión ambiente como la que hay. Los disparos de cañón hacen trepidar los vidrios de las ventanas de este fuerte palacio. Hay que pensar que los muros tienen un metro ochenta de espesor».

Esto era el comienzo, cuando aún los sublevados rondaban las afueras de Madrid, aunque avanzando a paso rápido por el campamento de la carretera de Extremadura. Cuatro días después de la anotación aquí transcrita, Moreno Villa escribe: «Hoy el frente puede decirse que está donde yo estoy. Las ametralladoras y los cañones disparan desde la entraña del bosque de la Casa de Campo y desde los flancos del palacio, Cuartel de la Montaña y Vistillas. Todo retumba. Pero ya estoy familiarizado con estos ruidos. Jamás lo hubiera pensado».

Días más tarde, Moreno Villa cuenta cómo la Residencia de Estudiantes, donde trabaja también desde 1917, se convierte en cuartel de milicianos. Y de ahí sería evacuado en 1937, junto a otros intelectuales como Antonio Machado siguiendo al Gobierno de la República, instalado meses antes en Valencia. «La Residencia sigue rodeada de compañías nuevas que ensayan los movimientos militares. Dentro de ella, los guardias de asalto y las criadas fraternizan. Lo serio es la oscuridad en las noches. [...] Llegan a no interesar los periódicos, ni las noticias. Qué más noticias que estas del zumbar constante de los aeroplanos y de los cañones. No interesa ya nada, ni de dentro ni de fuera. No interesa más que el alejamiento del enemigo. ¡Qué horas nos tenía reservadas la vida!».

Es la prosa espantada, firme, sencilla y musical de un creador que merece ser reintegrado a la nómina de autores en español del siglo XX. «En este volumen se puede ver lo singular de su escritura. La claridad de sus conceptos, de su fraseo... Estamos ante el primer refugiado oficial por culpa de la Guerra Civil, pues Moreno Villa marchó en el año 37 a EEUU para dar un ciclo de conferencias y ya no pudo regresar», explica el autor de esta edición.

Mantuvo la esperanza durante años, pero en la década de los 40 asumió que sería ya muy difícil regresar. La dictadura se había asentado irremediablemente. Entonces se instaló en México, con más nostalgia que amargura. Y continuó con el gran proyecto de su pintura, de su obra escrita. En 1998 ya aparecieron su Poesías completas. Y pronto comenzará Juan Pérez de Ayala a huronear en sus cuentos, sus artículos, sus ensayos, sus obras de teatro, sus guiones de cine... «Queda mucho aún por revelar de la galaxia que desarrolló Moreno Villa», sostiene.

Pues su voz resulta hoy extraordinaria. Exacta. Justa. Viva. Y no merece quedar allá, en tierra extraña, donde habite el olvido.

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