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Biblias y crisis.

La crisis influye hasta en las notas de las biblias culinarias, oiga. La guía roja Michelin anunció ayer sus preciadas estrellas como imbuida por ese espíritu de recesión que tiene al país y al sector de la restauración sumido en la preocupación. «En tiempos de vacas flacas, notas bajas», debe de ser la consigna.

Poco importa que el Instituto Nacional de Estadística señale que las pernoctaciones en establecimientos hoteleros aumentaron un 8,4% en septiembre respecto al mismo mes de 2010 y que en este alza del turismo se escondan las primeras señales de recuperación del sector, que en agosto creció por fin en un 1,4%, rompiendo una dinámica negativa que duraba ya 39 meses. Aunque parece que hay luz al final del túnel de la restauración española, las guías que sientan cátedra en este tema no se fían y apuestan a la baja en sus calificaciones anuales.

La empresa de Clermont-Ferrand siempre han mostrado cierta tacañería hacia la piel de toro si se compara con su generosidad en otros países europeos que poseen mayor número de florones como Italia, Alemania y, por supuesto, Francia. Y ahora resulta que el batacazo de la Eurozona y la deuda pública les da la razón. Comedores de lujo medio vacíos a pesar de figurar en las listas de los mejores del monto. Eso es lo que se han encontrado los inspectores anónimos de la empresa de neumáticos en muchas de sus visitas. «¡Así no hay quien pueda conceder más estrellas!», arguyen. Y es que Michelin siempre se ha guiado en la Península por la busca de la confianza y la regularidad.

Aquí sería difícil que un pub obtenga dos macarrons como ha ocurrido recientemente en Gran Bretaña o le den el tercer florón a la barra de un supermercado en Brooklyn. Esas cosas no pasan en España y quizá por eso, un año más, Mugaritz y Quique Dacosta y Sergi Arola han de quedarse a las puertas. Así que no sólo en 2012 España no crece en estrellas sino que pierde la de El Bulli por cierre y la de Can Fabes por el desgraciado deceso de Santi Santamaria. «¡Pues cuando se suicidó Bernard Loiseau los gabachos no le quitaron el tercer florón a su restaurante!», exclamarán algunos.

Al margen de la sempiterna polémica, la metamorfosis de Cala Montjoi en fundación y la desaparición de Santi dejan a Cataluña (con dos) por debajo del País Vasco (con tres) en establecimientos triestrellados. Quizá para introducir un elemento más de tensión en la rivalidad regional, la guía roja ha premiado esta temporada de nuevo a una serie de locales capitalinos, con lo que convierte Madrid en la ciudad con más dos estrellas de España. Nada menos que seis: Sergi Arola, Santceloni, Ramon Freixa, La Terraza del Casino y los recién llegados Club Allard y Diverxo. En tiempos de crisis, vuelve en centralismo. En este caso, nos alegramos.

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