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Dominique Thomas es una mujer menuda, de rasgos orientales, cercana a la cuarentena, hija de madre vietnamita y padre francés, madre de un niño de unos seis años y propietaria de un próspero negocio de peletería en Andorra. Pero también la retratan como «una asesina sanguinaria», «que empuñaba los cañones como los hombres, actuaba siempre vestida de negro y cubría su cabello con una peluca negra que luego, tras disparar, siempre abandonaba». 

El testimonio, que pertenece a los refugiados vascos a quienes supuestamente tiroteó, se recoge en el libro «Amedo, el Estado contra ETA», obra de los dos periodistas que sacaron su identidad de presunta terrorista a la luz. Dominique, Thomas, más conocida como la «Dama Negra» de los GAL, se sienta desde ayer en el banquillo de la Corte francesa de Bayona, acusada de «tentativa de asesinato y asociación de malhechores». Su historia tiene perfiles novelescos, casi míticos. 

Ella, una reputada peletera andorrana, unida sentimentalmente a un hombre influyente del principado, Joan Figueres, con un hijo de corta edad y un negocio boyante, decidió un día dar el salto mortal de involucrarse en la actividad terrorista. Parece que todo comenzó por la amistad que unía a su familia con la de Cristian Hitier, uno de los primeros mercenarios que confesó haber trabajado para José Amedo, a quien ahora se juzga en el mismo proceso que a ella. Según relata su abogado en el libro mencionado, Hitier le pidió que transportara de Andorrra a España dos paquetes con supuestas obras de arte para entregárselos a Amedo. Y lo hizo, pero en los paquetes no había obras de arte, sino armas para el subcomisario. Fue su primer trabajo. 

Después, refugiados vascos en el Sur de Francia comenzaron a narrar enigmáticas historias de una «Dama Negra» y, finalmente, un juez de Bayona ordenó encarcelarla por su presunta participación en los atentados contra dos bares, uno de Ciboure y otro de Bayona, donde varias personas fueron heridas.