Roban la cuenta de Tuenti a la hija de Rosario Flores

Sobre lo que piensa hacer en el Centro de las Letras, Jesús Moreno deja claro que quiere seguir en la línea de José María Merino, pero haciendo hincapié en algunos aspectos que a él le preocupan especialmente. «Por primera vez se nota un gran interés fuera por los autores españoles, a los que se traduce y tengo la intención de que esto vaya a más. En el terreno de la narrativa hay mucha expectación y desde aquí haré lo posible para que el pensamiento español también se de a conocer y deje de ser el gran olvidado». 

Promover el pensamiento, potenciar la colaboración con los centros de hispanismo, «verdaderos difusores de nuestra cultura», y enriquecer el diálogo entre los representantes de los distintos ámbitos de creación. Estos son algunos de los proyectos de Moreno, que quiere ante todo ser flexible, «ir introduciendo cambios al ritmo que la sociedad varie». En un intento de acercarse a los problemas de cada día, opina que sería necesario un buen sistema de seguridad social, así como la creación de un fondo social, que existe en otros países, para que no se repitiesen casos como el de Celaya o Alfonso Grosso. «Esto está siendo estudiado seriamente. Las soluciones de urgencia están bien, pero no son suficientes».

Que arte se hace ahora? En apariencia cualquiera, todo. En apariencia todas las tendencias coexisten, todas las prácticas se admiten. En realidad es otra cosa. Un pequeño número de galerías, revistas y museos determinan el estado de la cuestión y definen de paso, de modo ostensible, qué arte se hace ahora, qué arte se hará después. La regla es la velocidad. El arte es cambiante, el río de Heráclito después de Nietzsche: no es posible bañarse dos veces seguidas como no sea cuando el río gira sobre sí mismo y retorna, produciendo torbellinos en la corriente. 

Es un momento peligroso, ajeno a la mayor parte de los artistas, que miran de lejos, sin apenas mojarse. Pero también hay artistas que están al acecho: los tipos rápidos que intentan encontrar las corrientes principales, la ola buena que vale un verano. Para ellos, los que se arriesgan, son los premios, pero no para todos. Se diría que sólo hay artistas veloces, pero también es apariencia, aunque fundada: abundan los mirones veloces, los imitadores que basan su éxito en la velocidad de creación ajena, la propia celeridad para el remedo y la consabida lentitud de la recepción otra vez ajena. Pero también hay artistas pertinaces.