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Poesía

No se sabe si don Juanito, el de las Biblias, recorría, en otros tiempos, los caminos andaluces con las alforjas llenas de poesía, de poesía militante, de aquel pobre Miguel Hernández, descamisado auténtico -¿alguien ha visto de verdad a un descamisado en este país durante los últimos lustros?; hay fuertes recompensas para quien lo localice y lo acerque al número 70 de la calle de Ferraz- y con cabeza despiojada, aquel que se desgañitaba gritando desde la cárcel, «... fábrica del llanto,/ el telar de la lágrima que no ha de ser estéril». Aquel pobre descamisado, más que don Juanito, el de las Biblias, que susurraba las célebres y olvidadas «nanas de la cebolla»: «Tu risa me hace libre,/ me pone alas./ Soledades me quita,/ cárcel me arranca».

Lo leído, entonces, que no lo vendido, pueda servirle, tal vez, en el futuro, a Juan Guerra, que dice Tribuna, que lo quieren enchironar por un delito fiscal. «Una inspección fiscal -se escribe- puede ponerse en marcha en las próximas fechas»; una inspección de consecuencias dolorosas pata el supuesto defraudador, que ya las expone el pliego de cargos que firman, esta semana, Luis Pintor y Antonio Jiménez: «Puede verse obligado a pagar como multa una fortuna -seis veces la cantidad que haya defraudado en los últimos cinco años- y sufrir condena de entre seis meses y un día a seis años de prisión». Y todo porque, al parecer, según Fernando Onega, páginas más adelante, «se busca un Barrabás que ofrecer al público».

Aunque de hacer caso (y Carmen Romero y un porrón de gente famosa le hace y mucho) a Concha Pina, la vidente sevillana entrevistada en Cambio 16, eludirá la cárcel («Tu risa me hace libre,/ me pone alas», Miguel Hernández) y hará las Américas. Juan Guerra, quién si no. Quien sí las ha hecho, y bien, y dejó, aquí, antes, un reguero de mujeres amadas y estrujadas, es Espartaco Santoni (Jesús Mariñas se ha alejado diez mil kilómetros de Epoca en busca del amador de famosas), quien se siente, ahora, amenazado de muerte y está huido. Espartaco quiere, sin embargo, venir el próximo mes a presentar su libro de la sonrisa vertical y a dar la cara que haga falta en los juzgados correspondientes (en los juzgados españoles siempre hay un retén de cámaras fotográficas).

De todos modos, amenaza, que se vayan preparando todas aquellas que, semanas atrás, en Tiempo, dudaban de su capacidad amatoria y desdeñaban tamaños (Jesús, Jesús, cómo está Epoca). Y la que más, Tita Barker/Carmen Cervera/baronesa Thyssen: «Tildarme de bígamo es una acusación muy gorda. Debería haberse asesorado con sus abogados». Eso es lo principal: tener abogados; aunque los suyos, a Ruiz-Mateos, no le duren un asalto. El último, Ramón Pelayo, expone sus considerados en Epoca, en donde, faltaría más, hace lo mismo el señor de la abeja errante: «Pelayo es más soberbio que yo, pero tiene los dientes de leche». 

Comentarios

  1. la piel de gallina

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  2. chapeaou carmen yo soy socialista pero me quito el sombrero paco

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