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El poeta, que bajó del coche por su propio pie, ayudándose de un bastón, sólo deseaba cruzar el umbral, volver a la normalidad: a las cosas queridas y a los recuerdos. Aún así posó para el fotógrafo y se mostró muy sonriente: «Ahora tendré que salir a dar paseos, porque me lo han recomendado los médicos», comentó. Gabriel Celaya, que ingresó el viernes 16 de febrero en la Clínica Ruber de Madrid, aquejado de un gran cansancio general y de falta de riego sanguíneo al cerebro, se fue recuperando con normalidad, después de haber sido internado. en la unidad de coronarias. Entró a la clínica un hombre que parecía cansado de vivir y que no tenía ganas de entablar contacto con el mundo. Ha salido un Celaya, a primera vista, renovado, con ganas de seguir adelante. 

«Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;/ va por los bulevares y vuelve por sus versos/, escucha el corazón que, insumiso, golpea/ como un puño apretado fieramente llamando,/ y se sienta en los bancos de los parques urbanos,/y ve pasar la gente que trata de ser alguien.../», escribía Gabriel Celaya en su poema «Pasa y sigue». 

Autor de más de noventa libros, entre ellos La soledad cerrada, Las cosas como son, Las cartas boca arriba, Poesía urgente y Lo demás es silencio se le ha adscrito, sobre todo, a la llamada «poesía social», pero sus versos han trascendido con creces ese ámbito; han profundizado en el surrealismo, han inspeccionado los oscuros territorios de lo existencial y han mantenido un bello idilio con los mitos órficos. Siempre con el deseo de «alcanzar un estado de conciencia que me permitiera romper la conciencia cerrada del yo individual y conseguir otra, más allá de lo que normalmente nos gobierna».

Efectivamente, la literatura y la administración son los dos ejes sobre los que ha girado su trayectoria profesional, «una dualidad difícil de llevar». Considera que siempre le ha movido una vocación literariofilosófica y desde hace 14 años ha ocupado distintos puestos administrativos, sobre todo en el Ministerio de Educación. Leer y escribir son sus pasiones.