Ke$ha vuelve a arremeter contra Britney

En Praga, la nueva composición del proletariado estudiantil e intelectual introduce por primera vez la contradicción en el seno del «socialismo real»: los carros de combate soviéticos clausuran, lúgubres y asesinos, la felicidad de una primavera reencontrada. En Turín, en Milán, en Porto Marghera, en las ciudadelas del capitalismo italiano recién reconstruido, una extraordinaria alianza de estudiantes y obreros abre el camino para un experimento de lucha continua y de poder obrero en las fábricas y en la sociedad, y durante más de diez años esa experiencia seguirá viva.En todos estos casos nos encontramos, frente a elementos parciales y distintos, una misma realidad subversiva, de un nuevo tema revolucionario que, en la radicalidad de la ruptura que impone en el siglo XX preludia ya el XXI. Este movimiento innova la vida. 

Y al mismo tiempo obliga al capital, necesitado y ansioso de seguirlo, a llevar a cabo una extraordinaria aceleración de los procesos reestructuradores -aceleración que multiplica las contradicciones y que, por ende, presentará un modelo de modernización profundamente reaccionario, dual, definitivamente inaceptable para las grandes masas de trabajadores. Y luego, con paciencia, el nuevo movimiento penetra en los países del «socialismo real», construyendo en ellos, de manera amplia y transversal, nuevos grupos dirigentes de la resistencia -los mismos (hoy podemos afamarlo) que están en la base de la revolución que actualmente se está produciendo en esos países.

En Estados Unidos, en los años sesenta, una nueva primavera de la revolución comenzó, pues, a germinar. En cambio, desde los años sesenta, hemos asistido, por parte del capitalismo, a un intento, tan continuo como mudo, de recomponer los fragmentos de una hegemonía perdida. Las ideologías se han ido sucediendo pero, desde el neoliberalismo al posmodernismo, desde el postindustrialismo al poscomunismo, nada ha conseguido hacer que tiemblen los corazones y las vísceras en la medida en que aquel 68, maldecido mil veces por sus adversarios, ha triunfado en una milésima parte de sus posibilidades.