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Farruquito vuelve a ser un gitano libre



El arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza recibirá esta tarde en la academia de Bellas Artes de San Fernando la Medalla de Oro de la Arquitectura 1989, otorgada por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. En el mismo acto, el escultor Eduardo Chillida recibirá de la misma institución la distinción de «Arquitecto Honorario». 

Sáenz de Oiza ve así reconocida una vida entregada a la arquitectura, tanto en el campo de la enseñanza como en el de la construcción y el urbanismo. Y eso que él asegura que la medalla es injusta.

«Igual que a uno le toca la medalla, a otro le toca que se le caiga la casa», afirma Sáenz de Oiza. «Recuerdo la carta que le escribí a Cassinello cuando estaba en la cárcel. Le dije: has tenido la desgracia de ser tú, porque a un arquitecto se le cae la casa como a un torero le coge un toro. Y no tienen por qué ser ni el peor torero ni el peor arquitecto». Francisco Javier Sáenz de Oiza, navarro de Cáseda, es un ciclón vital, rebosante de entusiasmo a sus 71 años recién cumplidos. Lo suyo no es falsa modestia: vive cada palabra que dice con una convicción contagiosa. De nada valen los repasos a una obra notable como la suya: el Santuario de Aránzazu, el poblado de Entrevías, Torres Blancas, el edificio del Banco de Bilbao... 

Se empeña en considerar que todo «está muy mal hecho», aunque cuando entra en detalles para expertos le brillan los ojos, las manos se le disparan y sus dotes conversatorias y pedagógicas aparecen en todo su esplendor. Todo ello modulado por una autocrítica feroz, hecha por quien se siente muy de acuerdo consigo mismo y muy poco con lo que ha hecho. Es un hombre apasionado. 

Comentarios

  1. buenos dias dama

    muy mal, yo soy de huelva y tengo miedo atroz a que se nos acerque el farruco

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  2. Después de su boda... ya no volvió a ser el mismo...

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