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El horror por el horror

Al terminar la emisión, Leguineche le preguntaba a Celaya qué era lo primordial en estos momentos para él. «Vivir», respondió. Vivir. Respetar su intimidad. Estudiar y editar en la mejor forma posible su obra. Creo que en estos momentos urge plantearse algo qué hemos dicha ya en otras ocasiones: hay que editar la obra completa de Gabriel Celaya; en una edición crítica definitiva, que fije textos, presente una bibliografía y sitúe la obra de este vasco universal en el marco de las poéticas de nuestro siglo. Es una tarea en la que la Administración Pública va a poner todo su empeño. 

La Universidad del País Vasco, meses atrás, firmó un protocolo con Celaya por el que se va a editar su obra Orígenes y desarrollar un curso en profundidad sobre su obra en los Cursos de Verano en San Sebantián, con la dirección de Angel González. Eso es lo que hay que hacer. Estudiar, serenamente, su obra, leer su obra. No hay forma mejor de quererle. Pero para eso hace falta sosiego, tranquilidad. Todo menos permanecer atentos a la pantalla.

EN frase textual de un periódico británico, «mister Jacob Rothschild asombró al mundo del arte cuando el pasado 22 de febrero ofreció un plan de rescate de mil quinientos millones de pesetas para evitar que Las Tres Gracias, de Canova, fuese exportado desde Londres al museo Getty" en California». «No quiero que la escultura deje Inglaterra y he intentado conseguir varias iniciativas que ayudarán a encontrar una solución», dijo el multimillonario Rothschild, hace unos meses y fue primera página en todos los diarios del mundo. 

La propuesta de salvación de Las Tres Gracias ha sido bien acogida por el grupo de presión de los patrimonios pero hizo fruncir el ceño a más de uno: Rohschild salva la obra para Inglaterra a cambio de que los impuestos que debe pagar por un importante legado familiar sean contrarrestrados del valor de la obra. Así está el patio en el mundo del arte y de los museos de nuestros días: con grandes empresas patrocinando fastuosas exposiciones a cambio de desgravar los gastos de sus impuestos y con mecenas que a título privado hacen lo mismo. Por otra parte, dada la fiebre especulativa del arte como inversión, a los grandes museos les resulta cada vez más dificil adquirir de los coleccionistas privados las obras que estos ponen a la venta. Los museos del futuro van a estar en cajas fuertes los bancos.








Comentarios

  1. jajjajjajjajajaajajajaj muy buen buen buen buen mensaje carmen, me he reido muchisimos sigue asi guapa

    paco

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